Tajín
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Las grandes ciudades que construyeron los pueblos agrícolas de Mesoamérica crecieron y estuvieron habitadas durante varios siglos. Sin embargo, entre los años 700 y 800 d.C., casi todas ellas fueron abandonadas. Primero en Teotihuacan, luego en Monte Albán, y después en la zona maya, se dejaron de construir nuevos edificios y las ciudades, poco a poco, fueron deshabitadas.
A pesar de la desaparición de muchas de las grandes ciudades florecieron nuevos centros ceremoniales como Cacaxtla y El Tajín. Durante este periodo también subsistieron señoríos avanzados en el Altiplano, como los de Cholula y Xochicalco; y en los estados de Guerrero, Michoacán, Colima, Jalisco, Nayarit, Sinaloa, Guanajuato, Aguascalientes y Querétaro se desarrollaron las culturas de Occidente.
El centro ceremonial de El Tajín
floreció en medio de la selva tropical lluviosa de la llanura
costera del Golfo de México, en la sierra papanteca del
actual estado de Veracruz, al norte del territorio olmeca.
Eran finales del periodo Clásico, ahí se construyeron
grandes edificios y juegos
de pelota, algunos decorados con bajorrelieves. Su edificio
principal era una pirámide que tiene 365 nichos (pequeños
huecos en los muros), lo cual podría tener relación
con el año solar de 365 días. No se sabe si sus
constructores fueron huastecos, totonacos, o gente de otra cultura.
Tras la caída del Tajín, los huastecos poblaron
el norte de Veracruz y los totonacos el centro.
Los pueblos mesoamericanos practicaban el juego
de pelota como parte de sus rituales religiosos. El juego consistía
en golpear con las caderas o los antebrazos una pelota de hule.
El juego de pelota era algo común en El Tajín, así
lo hacen constar las canchas que se encontraron en ese lugar.
En el periodo Clásico, los pobladores
del centro de Veracruz intercambiaron bienes, servicios e ideas
con el Altiplano Central. Las esculturas y figurillas manufacturadas
en barro eran realistas. Abundan las representaciones de mujeres
vestidas con faldas, con elegantes tocados y ricas vestimentas,
adornadas con collares y orejeras. Las famosas caritas sonrientes
son otro conjunto de esculturas que caracteriza al Veracruz central.