Familias rígidas

Cuando se establecen normas o patrones en forma autoritaria e inflexible. Es común que en estas familias la pareja adopte roles tradicionales, que la autoridad la ejerza el padre (aunque también las hay donde es ejercida por la madre). La comunicación es vertical y está restringida. Los hijos tienen pocas posibilidades de expresión.





Familias laxas

Cuando existe el mínimo de normas. En realidad los padres no se preocupan por mantener el control disciplinario de sus hijos y son permisivos en extremo, sin ocuparse de ellos, ni preocuparse por su educación. La mayoría de estas familias tienen lazos afectivos débiles, por lo que suelen buscar satisfacer sus necesidades emocionales fuera del hogar. Existe poca comunicación entre ellos.




Familias flexibles

Cuando hay capacidad de aplicar las normas de conductas en forma discriminada según la edad y tipo de situación. Los padres establecen modos de controlar a sus hijos para poder educarlos y encauzarlos, pero son capaces de cambiar las reglas cuando los hijos crecen y adquieren responsabilidad y opinan negociando algunas reglas. La comunicación suele ser horizontal y, según la circunstancia, incluso democrática (el domingo todos pueden opinar sobre la diversión, no así acerca de la distribución del gasto); las reglas pueden ser negociadas por los hijos porque la finalidad no es sancionar, sino educar.

 

Familias caóticas

Se establecen normas sin fundamentación racional y fluctuando de unas a otras, sin ningún orden o expectativa. Es decir: unas veces se establecen normas que incluso son transgredidas por lo propios padres, en otra ocasión no se cumplen o funcionan con base en los estados de ánimo de éstos. Los patrones de comunicación suelen ser ambivalentes y contradictorios, pues muchas veces el padre opina una cosa y la madre otra, por lo que el niño crece sin saber bien a qué atenerse.

Cada familia es única e irrepetible y muchas de sus normas de convivencia son una forma de adaptación, definidas por las características personales de sus miembros. Sin embargo, es posible decir que el mejor ambiente para que crezca un niño es el de la familia flexible, que permite un entorno de orden predecible para las consecuencias de los actos y donde existe la posibilidad de expresarse y sus miembros tienen capacidad de comunicarse afectivamente entre sí.

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