Texto: Ramóm Cordero
Diseño gráfico: Sergio Ricaño

Impermeabilizado por azar

Arquitectos y constructores de antaño se dieron cuenta de un extraño fenómeno que se presentaba en algunas edificaciones, casi siempre vecindades: podía haber humedad en cualquier parte de la casa, pero no en los techos.

            En bastantes de estos casos se trataba de edificios que, por la pobreza de sus habitantes, no solían caracterizarse por la calidad de su construcción o materiales. Menos por un acucioso mantenimiento. Sin embargo, no tenían filtraciones de agua a pesar de la arraigada costumbre de ubicar los lavaderos en las azoteas y ahí mismo tender la ropa para el secado.

            Por supuesto que tal prodigio ameritaba una indagatoria. Lo encontrado como común denominador en todos los casos, además del aroma a jabón y limpieza, fueron algunos productos usados tanto en la remoción de la mugre, como para proteger los colores de las telas.

            Dos ingredientes básicos: jabón de lavandería (también conocido como jabón de pan) y alumbre(1), un químico que aún se usa para fijar colores en los textiles y por tanto es muy útil para la conservación del buen estado de las prendas, en esa higiénica costumbre de restregar la ropa. (Alumbre y cal se consiguen en cualquier tlapalería y son de costo muy bajo).
 

La humedad de nunca acabar

Para mucha gente comienza la preocupación por el techo de la vivienda cuando inicia la temporada de lluvias. Esas persistentes goteras que obligan a pensar en impermeabilizar.

            Como para ponerse a temblar, ya que ignorar esta necesidad significará la aparición de humedad y el reblandecimiento del techo. Pero, por otro lado, hacer la aplicación de un producto industrial provocará que las goteras —casi borbotones— aparezcan entonces en la cartera y el presupuesto familiar.

            Los productos comerciales son de creación relativamente reciente. Durante la mayor parte del siglo XX, un buen albañil podía lograr un adecuado sellado de la porosidad con tan sólo una lechada de cemento con cal, como acabado final.

            Otras personas recurrían a algo que les parecía más efectivo y también económico: una aplicación de chapopote caliente que daba una apariencia espantosa, pero era relativamente durable, hasta que se resecaba y desprendía.

            Éstos y otros métodos para impermeabilizar fueron desplazados por el surgimiento de una gran variedad de polímeros que ahora llevan marcas comerciales específicas. Excesivamente costosos, pero también muy buenos si la técnica de aplicación es la adecuada. Porque hay que advertir una cosa: cuando la cobertura y el sellado no son totales, el agua de lluvia puede penetrar hasta el material de construcción y empeorar los problemas de humedad. El líquido queda atrapado debajo de la capa "protectora" sin poder evaporarse y escapar, así que no tiene otra posibilidad que buscar salida hacia abajo.

Aprovechamiento con intención

Con fundamento en aquellas experiencias de las vecindades, algunos constructores intentaron reproducir el fenómeno, pero ya sin que la limpieza fuera un objetivo; esto es, sólo la capacidad para impermeabilizar.

            Desde varias décadas atrás muchas personas decidieron utilizar este método para impermeabilizar sus techos, con bastante fortuna; tanta, que hasta en diversos proyectos dedicados a la conservación de edificios coloniales esta fórmula ha sido elegida para proteger bóvedas y cúpulas, en las que la aplicación de polímeros habría sido una suerte de sacrilegio arquitectónico. Tal es el caso de la parroquia de Santa Prisca(2), en Taxco, Guerrero.

            Todos sabemos que el jabón es soluble en agua y cualquier lluvia sería capaz de removerlo. Sin embargo, justo el alumbre actúa como estabilizador y ello da la durabilidad de este impermeabilizante tradicional que —por su muy bajo costo y facilidad de aplicación— podría ser reforzado anualmente antes del inicio de la temporada de lluvia.

            Un método tan efectivo, que algunas empresas productoras de materiales para construcción se han "montado" en él, sugiriendo la adición de la cal que ellas venden.

¿Cómo podemos hacerlo nosotros mismos?

INGREDIENTES PARA PREPARAR 100 LITROS:(3)

  • 20 piezas de jabón de lavandería
  • 20 kilogramos de alumbre
  • 100 litros de agua

PREPARACIÓN:

  • Ponga a hervir una quinta parte del agua y ahí disuelva el jabón
  • Por separado, en otra quinta parte de agua caliente disuelva el alumbre
  • Mezcle las dos diluciones y adicione el resto del agua
  • Agite con la ayuda de un palo hasta que se homogenice el producto

            Nota: si se quiere usar la fórmula modificada —ésa que ahora recomiendan las empresas que comercializan materiales de construcción—, entonces debe añadir 12 kilogramos de cal al final y agitar.

MÉTODO DE APLICACIÓN:

  • Barrer a conciencia la superficie a impermeabilizar, sobre todo las grietas donde se ha acumulado tierra, musgo o brotes de pequeñas plantas
  • Con un recipiente pequeño esparza la mezcla sobre el área de trabajo
  • Distribuya con la ayuda de una escoba hasta cubrir perfectamente toda la superficie
  • Después de que seque, vuelva a aplicar (lo más recomendable es acumular tres capas)

            Una ventaja adicional es que el producto elimina insectos que han anidado en estas superficies; tal es el caso de las hormigas, polillas y alacranes.

            No sobra mencionar que el techo se torna resbaloso, particularmente después de una lluvia, por lo que no se debe deambular por ahí en tales condiciones. De igual manera hay que ser muy cuidadoso durante la aplicación, a fin de no sufrir un accidente innecesario.

LA CANTIDAD A PREPARAR:

Este detalle, aunque es muy importante para no hacer impermeabilizante de más o de menos, es algo difícil de calcular. Depende de las condiciones de la superficie. Un techo muy maltratado, reseco y lleno de porosidad, demanda una cantidad mayor de la sustancia. La ventaja es que la segunda aplicación rendirá más, al igual que la tercera.

            Sin embargo, como orientación, podríamos decir que en promedio se usará un litro por cada dos metros cuadrados de superficie. La sugerencia entonces, consiste en preparar un primer tanto, y de acuerdo con el resultado, calcule lo que requerirá para el trabajo completo.

(1)Con el nombre de alumbre se denomina a un compuesto químico que es un sulfato doble de aluminio y potasio. Tiene varios usos industriales entre los que destacan el aclaramiento de aguas turbias (en mantenimiento de albercas por ejemplo) y también en la fijación de tintes.
(2) Una joya del barroco hispánico del siglo XVIII.
(3) Dependiendo de la superficie, con estas proporciones se puede hacer el cálculo para preparar más o menos impermeabilizante.

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