Chispa. México, Innovación y Comunicación S. A. de C. V., año 1, núm. 49, abril-mayo 1985, p. 2.

Autor: Zoraida Vásquez
Diseño gráfico: Catherine Zúñiga Andrew

Ícaro se elevaba cada vez más. Las alas de cera y plumas que le había fabricado su padre funcionaban de maravilla. El resplandor del mar lo cegaba y su piel comenzaba a enrojecer a causa del calor.

            Sin embargo, nada iba a detenerlo: el recuerdo del terrible laberinto le infundía una fuerza descomunal. Además, la extraña sensación de libertad y poder que lo invadía lo hacía feliz. ¡Volar, volar como los pájaros! ¡Llegar al Sol! Eso quería.

            Ícaro subió y subió, pero no pudo cumplir su fantasía: los ardientes rayos del astro derritieron la cera de sus alas, se precipitó en el mar y murió ahogado.

            Éste es sólo un mito griego. Sin embargo, como todos los mitos, pretende transmitir un mensaje importante. ¿Qué representaba Ícaro para los griegos? ¿El ansia de libertad? ¿La ambición? ¿O acaso el deseo del hombre de desprenderse del suelo y volar como los pájaros?

            Nosotros elegimos la última pregunta ¿Por qué? Porque si echamos una mirada a la historia de la humanidad nos vamos a encontrar con muchísimos Ícaros de carne y hueso, que si bien no pretendieron llegar hasta el Sol, se empeñaron en la audaz y arriesgada empresa de ¡volar!
            Otto y Gustav Lilienthal son un ejemplo.

            23 de mayo de 1848: nació en Anklam, Alemania, Otto Lilienthal. Cuentan los libros que en la región abundaban las cigüeñas y que Otto y su hermano pasaban horas observándolas.

            1877: inspirados en el vuelo y la anatomía de estas aves, Otto y Gustav construyeron su primera máquina voladora, una especie de bicicleta con tres pares de alas, que nunca se elevó.

Debes saber que los Lilienthal se dedicaban a crear planeadores: aviones sin motor que aprovechan la fuerza de gravedad para avanzar y las corrientes de aire ascendentes para subir.

            1880: Otto recibió el título de ingeniero, y para entonces llevaba en su haber numerosos modelos de planeadores; Gustav publicó su obra más importante El vuelo de las aves como fundamento del arte de volar.

            1890: en los inicios de la década de los noventa, los hermanos fabricaron uno de sus más audaces inventos: un ala de ochenta kilogramos y de treinta metros cuadrados de superficie. El valeroso Otto se la amarró a la espalda, corrió por una plataforma inclinada y se lanzó hacia el vacío, "volando" unos cuantos metros.

            1893: gracias a la colina artificial de quince metros de altura, construida en las afueras de Berlín, y a sus nuevos modelos, Otto elevó sus saltos, lo que le permitió llegar más lejos. Con un planeador de siete metros de ancho y veinte kilogramos de peso, logró volar unos cien metros cuando el viento lo favorecía.

Toda una hazaña para la época.

            1895: Otto perfeccionó sus máquinas, ayudado por Gustav, y consiguió superar sus marcas; lanzándose de una altura de setenta metros —la de un edificio de 26 pisos— recorrió trescientos metros en sólo medio minuto.
Durante sus primeros vuelos, Otto controlaba el movimiento del planeador meciendo el cuerpo; buscaba colocarse de frente al viento para elevarse más. En 1895 fabricó un planeador con alas móviles. Este mecanismo, semejante al que usan los aviones modernos, le permitió subir y bajar más fácilmente.

            Agosto de 1895: Otto Lilienthal, el hombre pájaro, el que había tentado a la suerte en más de dos mil lanzamientos, se estrelló contra las rocas cuando ensayaba un nuevo planeador con timón. Antes de morir dijo: “los sacrificios son necesarios”.
Y ¡por supuesto que lo son! Los gigantescos y veloces aviones, capaces de transportar a cientos de pasajeros y de surcar los cielos a más de 11 mil metros sobre el nivel del mar, son los descendientes de aquellas sencillas alas que los hermanos Lilienthal fabricaron hace más de cien años.

            Para saber más sobre la historia del vuelo, te recomendamos:

  • http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/sites/colibri/cuentos/arte3/htm/sec_2.htm (consultada en febrero de 2008).