La pandilla científica, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología / Editorial Alhambra Mexicana, S.A. de C.V., México DF., 1984, p. 56. Con ilustraciones de Jacques Goldstyn.

Las plantas verdes expuestas a una fuente luminosa producen oxígeno, por medio de la fotosíntesis. Al mismo tiempo, las plantas absorben gas carbónico. El experimento que vamos a hacer ahora te permitirá ver esa producción de oxígeno.
Necesitarás lo siguiente: un recipiente de vidrio o una pecera; otro recipiente también de vidrio, más pequeño que el primero; un poco de bicarbonato de sodio y una planta acuática, que podrás conseguir en algún acuario o, si puedes, en el riachuelo más cercano a tu casa.
Las mejores plantas productoras de oxígeno son muy frondosas y tienen muchas hojitas, como las de la rama de un pino. Pídele al vendedor del acuario que te dé miriófilas.

Llena de agua el primer recipiente y añádele una cucharadita de bicarbonato por cada litro de agua.

Sumerge el segundo recipiente para llenarlo de agua y que no quede nada de aire en su interior. Mete la planta en el recipiente más chico y voltéalo boca abajo. Al cabo de unas horas de darle el sol, el oxígeno se acumula en el fondo del recipiente volteado y desplaza el agua creando una "bolsa" de oxígeno. Si haces esto en la oscuridad, la planta no producirá oxígeno.

La clorofila es el pigmento que da el color verde a las plantas; es también la base de una pequeña fábrica que utiliza la energía solar para unir químicamente el gas carbónico y el agua y producir glucosa y oxígeno. El bicarbonato es una fuente de gas carbónico y acelera el proceso; la glucosa es un azúcar que le da energía a las plantas que la producen y a los animales que se las comen. Así, pues, las plantas, aparte de deleitarnos con su belleza, nos ofrecen oxígeno y alimento. No existe otra pila solar más eficaz que ellas.