Un niño o persona adulta que posee este modo de conocer el mundo y manejar los conocimientos, se caracteriza por las siguientes actividades:
Explora el entorno y los objetos por medio el tacto y el movimiento.
Desarrolla su coordinación y sentido el ritmo.
Aprende mejor por medio de la experiencia directa y la participación. Recuerda mejor lo que haya hecho y no lo que haya oído o visto u observado.
Disfruta de las experiencias concretas de aprendizaje, tales como salidas al campo, construcción de modelos o participación en dramatizaciones y juegos, montaje de objetos y ejercicio físico.
Demuestra destreza en tareas que requieren de empleo de motricidad fina o gruesa.
Es sensible y responde a las características de los diferentes entornos y sistemas físicos.
Demuestra condiciones para la actuación, el atletismo, la danza, la costura, el modelado o la digitalización.
Exhibe equilibrio, gracia, destreza y precisión en la actividad física.
Tiene capacidad para ajustar y perfeccionar su rendimiento físico mediante la inteligencia de la mente y el cuerpo.
Comprende y vive de acuerdo con hábitos físicos saludables.
Demuestra interés por carreras como las de atleta, bailarín, cirujano o constructor.
Inventa nuevas maneras de abordar las habilidades físicas o nuevas como la danza, deporte u otra actividad física.
Se debe tomar en cuenta que todos los niños tienen necesidad de manifestarse por medio del movimiento, y aquellos que literalmente “aprenden tocando las ideas” tienen en la educación tradicional actual pocas oportunidades de entrenar sus habilidades. Y es que el aprendizaje multisensorial no se produce en el aula, porque la mayoría de los maestros no fueron educados en él y desconocen los procesos, carecen de modelos de rol cinestésico que puedan emular recursos para capacitarse.
Sin embargo, es este tipo de aprendizaje que más disfruta la mayoría de los niños y el que deja en el recuerdo las experiencias más poderosas, placenteras y memorables para todos.