Para algunas personas noviembre es de los meses más misteriosos del año. Pero diciembre y enero no se quedan atrás: son los meses por excelencia en los que desaparecen y reaparecen cosas con singular naturalidad. El encuentro con adornos navideños de años pasados, juguetes que se niegan a tener una digna jubilación, recetas que se creían perdidas para siempre y que poco a poco vuelven a la memoria; estos son sólo algunos ejemplos.

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