Lo peor del maltrato
infantil no es que se conozca desde épocas inmemoriales, sino que, según
estudios socio-psicológicos, "crecerá todavía más, pues entre más moderna
y tecnológicamente avanzada sea una sociedad, mayor resulta la incidencia
del maltrato al menor"1
. Si esta afirmación de violencia continúa siendo heredada como una
cadena de agresión que pasa de generación en generación, desde este
momento la infancia dejará de existir.
De acuerdo con la
Ley, el maltrato infantil se da cuando la persona responsable del cuidado
del niño agrede y altera su salud física o mental, o pone en riesgo
su seguridad, por acción, omisión o negligencia. Un niño es todo aquél
menor a los 18 años.
Entre los distintos
tipos de maltrato encontramos:
Maltrato Físico:
cuando un adulto le provoca al niño un daño físico y/o enfermedad,
o lo pone en grave riesgo de padecerlos debido a alguna negligencia
intencionada.
Abandono Físico:
cuando el adulto no cubre las necesidades básicas del niño (alimentación,
higiene, seguridad, atención médica, vestido, educación, vigilancia...).
Abuso Sexual:
se refiere al placer sexual que tiene un adulto con un niño. Por ejemplo,
cuando lo utilizan como objeto de estimulación sexual; cuando se alienta
u obliga a que el menor toque de manera inapropiada al adulto; cuando
existe seducción verbal, solicitud indecente, exposición de órganos
sexuales, realización del acto sexual en presencia de un menor, pornografía...
Maltrato Emocional:
conductas del adulto que equivalen a insultos, rechazos, amenazas,
humillaciones, desprecios, burlas, críticas, aislamiento... que causen
real o potencialmente un descalabro en el desarrollo emocional, social
o intelectual del menor.
Abandono Emocional:
cuando el niño no recibe el afecto, estimulación, apoyo y protección
necesarios, provocando carencias que inhiben su desarrollo óptimo.
Maltrato Institucional:
cualquier legislación, procedimiento, actuación u omisión procedente
de los poderes públicos o derivados de la actuación individual de
algún profesional que viole los derechos básicos del niño y/o la infancia.
El motivo de maltrato
es, las más de las veces, una deficiencia moral y emocional: los adultos
que aplican tales prácticas contra los menores, en realidad no se dan
cuenta del daño que causan y tampoco de las consecuencias.
Para que la inconsciencia no sea justificación, el maltratado debe atreverse
a romper el silencio y denunciar al maltratante.
Es probable que haya
más maltrato infantil del que dicen las estadísticas. En una familia,
el terror va de padre a hijo en una cadena aparentemente infinita: cuando
un padre es violento, su hijo es violento. Se convierte en víctima de
lo que ha vivido. Y cuando es adulto, hace lo mismo lastimando a su
propio hijo.