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Texto: Flor Muñoz López
Diseño gráfico: Jani Rivera

Cuando los españoles emprendieron la conquista de México, contaron con varios elementos bélicos a su favor: superioridad en el tipo de armas, además del uso de caballos y armaduras, todo ello desconocido para los habitantes del continente americano. Éstos eran aspectos externos, visibles. Sin embargo, Hernán Cortés, su gente y los animales que introdujeron portaban otros agentes mucho más mortíferos e invisibles que debilitaron enormemente a la población indígena en general: los virus, bacterias e insectos, que propiciaron el desarrollo de pandemias y epidemiasPandemias y epidemias son brotes de enfermedad —casi siempre infecciosas— que atacan a un número anormalmente alto de individuos. La diferencia entre ellas tiene que ver con la extensión geográfica que alcanzan. Las epidemias suelen estar restringidas a un área definida, mientras que las pandemias se extienden por varias naciones sin respetar fronteras. durante los siglos XVI y XVII, provocaron un gran descenso poblacional en las tierras recién ocupadas.

 

La experiencia indígena

Los pueblos americanos tenían conocimiento de las enfermedades que eran comunes en la región y habían desarrollado diversas formas de tratarlas y combatirlas, que incluían desde la utilización de los elementos proporcionados por la naturaleza hasta los medios religiosos y mágicos, métodos que tenían detrás siglos de observación y experimentación.

La herbolaria era parte fundamental en la cura de los padecimientos, pero también se utilizaban las partes o secreciones de ciertos animales como la víbora, la zorra, el ocelote y algunos minerales (piedras, tierra de diversos tipos, hollín). Poseían un conocimiento sistematizado de los tratamientos en los que existía una mezcla con lo divino, ya que en la vida de los hombres, según ellos, había también una participación de los dioses, quienes ocasionaban algunos males o proporcionaban la cura mediante rituales que lograban poner en contacto al hombre con la deidad. Esto respondía a la cosmovisión desarrollada: "El médico mismo tenía que obrar en parte como mago, en parte como sacerdote, en parte como conocedor de un buen número de productos vegetales, animales y minerales."(1)

El aislamiento del continente americano había mantenido a sus habitantes ajenos a los padecimientos que desarrollaba la población en el resto del mundo, y sus cuerpos carecían de defensas, de inmunidad para enfrentarlas cuando tuvieron lugar los primeros contactos.

 

La experiencia europea

Los europeos habían padecido, durante la Edad Media, una serie de epidemias y pandemias que provocaron el descenso en la población. Algunas de ellas proporcionaron a los sobrevivientes la inmunidad que fortaleció su organismo evitando que, al surgir un nuevo brote, los contagiara y llevara a la muerte. Tal fue el caso del sarampión o la viruela, que poco a poco se amortiguaron y entraron en una especie de equilibrio.

Pero hubo otras enfermedades contagiosas que no generaban inmunidad. En el siglo XIV Europa fue diezmada por la peste bubónica o "peste negra", resultado, en cierta forma, de su contacto con Oriente, ya que los barcos además de transportar mercancías también eran vehículo para la fauna nociva como las ratas portadoras de pulgas que, al picar al humano, introducían al microorganismo causante del mal. Con ello aparecía la peste en cualquiera de sus modalidades: bubónica, neumónica o hemorrágica. No contaban con tratamientos efectivos y desconocían los mecanismos de transmisión, por lo que sumando la poca higiene existente, el contagio era muy rápido.

(1) López Austin, Alfredo: Textos de medicina náhuatl. México, UNAM, 2000, p. 36.

 

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