.
.
.
.

 

 

 

 

La esclavitud en la Nueva España

Al arribo de los españoles a las islas de las Antillas y en el interés de éstos por obtener riquezas en poco tiempo, sometieron a la población indígena a una carga de trabajo excesiva obligándolos a laborar prácticamente como esclavos en haciendas cañeras. A la explotación inmisericorde hay que sumar el efecto mortal que provocó el contacto de esta población con los virus y bacterias que portaban los europeos, mismos que, por falta de inmunidad en los habitantes originarios, desencadenaron diversas pandemias en el continente.

            Estos dos factores: explotación y enfermedad contribuyeron a que en pocos años casi desapareciera la población de las islas. La obtención de riqueza no podía detenerse, por ello se pensó en los esclavos como opción para que realizaran las diversas labores agrícolas.

            Por ser la esclavitud una práctica común en las Antillas, cuando los españoles se establecieron en México traían consigo algunos trabajadores cautivos, sobre todo para el servicio personal ya que para los trabajos agrícolas y mineros se pensaba utilizar la mano de obra indígena. Durante los primeros diez años posteriores a la Conquista, los españoles abusaron de su poder y sometieron a la población local a jornadas de trabajo excesivas: se pretendía esclavizarlos.

            Hubo algunos debates en torno a esta posibilidad, pero se logró imponer la postura que prohibía la esclavitud de los indios por compra o herencia, aunque fue permitida sólo en el caso de los cautivos por guerra —bajo este rubro quedaron sobre todo los indígenas del norte del país que resistían a someterse al dominio español—; esto se plasmó en las llamadas leyes nuevas (1542) que penaban dicha practica. Se consideraba que los indígenas eran físicamente más débiles que los africanos, y por ello se les intentó proteger.

            Pese a las leyes la explotación no desapareció, y ésta junto con las enfermedades infecciosas terminaron por diezmar a la población, inmunológicamente frágil ante los microorganismos que portaban tanto europeos como africanos. El descenso de población indígena fue grave y para evitar que se detuviera la producción el virrey Enríquez, en 1580, aconsejaba:

[...] la compra de negros esclavos por cuenta del rey, para distribuirlos al costo entre mineros, dueños de cañaverales y molinos y otros empresarios españoles. A partir de entonces aumentó la introducción legal de esclavos africanos; se autorizó para la Nueva España cinco mil al año.(2)

            La mano de obra importada concentraría su actividad en las labores más rudas, como por ejemplo en las haciendas cañeras y en otras actividades que redituaban grandes ganancias, donde desempeñaban diversos trabajos incluyendo las funciones de caporales y capataces(3). Había la idea de que la mayoría de los esclavos eran del sexo masculino; sin embargo, en la ciudad de México había igual número de hombres que de mujeres.

            Las mujeres africanas estaban dedicadas principalmente al servicio doméstico en casas de funcionarios, comerciantes o religiosos. Ahí eran nodrizas, lavanderas, cocineras o eran encargadas del cuidado personal de sus amos. Debido a esta cercanía con los propietarios, algunas lograron crear lazos afectivos importantes, mismos que, incluso, les permitieron obtener su libertad y lograron acceder a mejores condiciones de vida(4).

            Estas mujeres libres pudieron dedicarse a otro tipo de actividades, como las comerciales, o bien de ayudantes en los talleres artesanales. No todas tuvieron la suerte de obtener su libertad. Con demasiada frecuencia eran víctimas de malos tratos, explotación sexual y eran separadas de sus hijos, que también serían vendidos como esclavos.


(2) Vid. Historia General de México, México, El colegio de México, 2000, p. 319.

(3) No se cuenta con datos precisos sobre la población africana en México ya que en muchas ocasiones los dueños de esclavos los escondían para evitar el pago de impuestos.

(4) Vid. María Elisa Velásquez Gutiérrez. "Africanas y descendientes en la ciudad de México del siglo XVII" pp. 215-216, en Rina Cáceres (compiladora). Rutas de la esclavitud en América Latina, Costa Rica, Editorial de la Universidad de Costa Rica, 2001.

 

.
..........
anterior..siguiente

... ...

 

menú principal historias mexicanas