Texto: Diana Sheinbaum
Diseño gráfico: Jani Rivera
La utopía mexicana
La historia de Tata Vasco es probablemente una de las más interesantes del Renacimiento, porque vincula de una manera sorprendente la realidad y la ficción. Volvamos atrás en el tiempo y recordemos que en el año 1516 es publicado un libro llamado Utopía, del canciller inglés Tomás Moro. En esta obra, el autor inventa un no-lugar donde se vive como nos gustaría que se viviese en nuestras sociedades, es decir, crea un mundo ideal. Las fuentes que dan origen a tan citado libro son no sólo la creatividad de Moro, sino también las noticias que ya habían llegado a Europa sobre el descubrimiento del “Nuevo Mundo”: América, un lugar que se prestaba para echar a volar la imaginación, tal como lo hizo el escritor inglés.
Pero tal vez lo más interesante de esta historia sea el impacto que tuvo la lectura de Utopía en el español Vasco de Quiroga, quien apenas veinte años después de su publicación se propuso poner en marcha la construcción de un mundo como el que había sido planteado en las páginas de este libro. El lugar elegido para tal misión fue justamente el “Nuevo Mundo”, específicamente el territorio de Michoacán que en ese entonces constituía parte de la Nueva España.
Así, desde Lovaina en Bélgica, donde fue escrita Utopía, hasta Pátzcuaro en México, las ideas de Moro recorrieron un largo pero rápido camino.
La vida de Tata Vasco
Vasco de Quiroga nació en España en el año 1470. Estudió leyes y ejerció como abogado en este país hasta que en 1530 partió hacia la Nueva España para ejercer el papel de oidor como miembro de la Segunda Audiencia.
Cuando llegó a América, Quiroga había tenido más experiencia con gente no cristiana que la mayoría de los funcionarios que la corona española solía mandar a sus nuevos reinos al otro lado del Atlántico. En 1525 trabajó como juez en el enclave español de Orán, en lo que ahora es conocido como Argelia. Desempeñando ese puesto aprendió a tratar no solamente con comerciantes de varias regiones de Europa, sino también con los reyes y nobles de los reinos árabes del norte de África.(1)
Una vez en Nueva España, se preocupó por conocer las lenguas, hábitos y costumbres indígenas con la idea de solucionar, a partir del conocimiento de los pueblos nativos, los problemas que consideraba más acuciantes del proceso de colonización, en particular el esclavismo y los malos tratos por parte de los conquistadores. Con este objetivo, fundó los pueblos-hospitales de Santa Fe en México y Michoacán. En 1937 fue nombrado obispo de esta región. Sin embargo, continuó hasta el día de su muerte trabajando a favor de los indígenas purépechas. Conscientes de su dedicación y labor los habitantes de las comunidades lo llamaban cariñosamente Tata Vasco.
(1)Ver: Warren, Benedict, “Vasco de Quiroga: primeras impresiones”, en: La Jornada Semanal, 23 de julio del 2000, en: http://www.jornada.unam.mx/2000/07/23/sem-vasco.html (consultada en noviembre de 2007).