Antes de la llegada de los misioneros jesuitas y el establecimiento de las primeras misiones en la península de Baja California, se habían realizado ya varias expediciones, guiadas todas por la idea de que el territorio era rico en oro, plata, perlas y ámbar.

Desde el año de 1535, existió un gran interés por ocupar estas tierras y explotar la supuesta riqueza, pero varias circunstancias obstaculizaron el éxito de los proyectos de colonización. La marcada aridez de la mayor parte del territorio y las dificultades que se tuvieron para introducir y desarrollar los cultivos agrícolas, fueron desde luego, factores que pusieron a los colonizadores en una situación bastante difícil, más todavía porque no tuvieron oportunidad de apropiarse de los productos de los grupos nativos, pues la economía de estos se basaba en la caza, pesca y recolección y no eran capaces de ofrecer a los colonizadores ningún apoyo para su arraigo y sobrevivencia.

El fracaso en establecer una colonia permanente en California, dio lugar a la concesión de un cambio misional en la península a la Compañía de Jesús en 1679, con la condición de que todos los gastos del viaje y del mantenimiento de la colonia corrieran por cuenta de los religiosos.

En un documento expedido por el Virrey José Sarmiento y Valladares el 6 de febrero de 1697, se autorizaba a los padres Eusebio Francisco Kino y Juan María de Salvatierra para que pasaran a la península, se establecieran y procuraran evangelizar a la población nativa. En dicho documento se señala además que los jesuitas podían ser acompañados por un grupo de hombres de armas, cuyos jefes serian seleccionados y removidos por los padres, según juzgaran conveniente.

De este modo, los misioneros, a quienes correspondía naturalmente hacerse cargo de los asuntos de carácter religioso, tendrían tambien autorizado para intervenir abiertamente en todo lo relativo al gobierno civil de la península.

La primera misión establecida en suelo californiano fue la misión de Nuestra Señora de Loreto, fundada por el padre Salvatierra a fines de 1697. Durante los setenta años del periodo jesuita se fundaron en total diez y ocho misiones, las cuales fueron extendiéndose paulatinamente hacia el extremo sur y hacia el norte, siendo la ultima la misión de Santa María de los Angeles Kabujakaamang, fundada en 1767.

El procedimiento que se seguía para fundar una misión, consistía en localizar primero un sitio que contara con agua y algunas tierras propicias para el cultivo, y en las que hubiera además una considerable población nativa en los alrededores. Una vez localizado un lugar con estas características, se construían cabañas para la habitación de los misioneros y de los soldados que los acompañaban. Tan pronto como era posible, se edificaba la iglesia que en un principio era solo una casilla de paja y adobe.

La conquista de los aborígenes californianos se llevó a cabo mediante las tradicionales tácticas de trabajo misionero. En cada encuentro, los religiosos procuraban acercarse a los indios en actitud pacifica y ganar poco a poco su confianza con toda clase de regalillos, especialmente alimentos.

Los jesuitas tuvieron que afrontar graves problemas en tierras californianas, sobre todo en lo que se refiere a la producción de alimentos. Pese a los esfuerzos hechos por incrementar la producción agrícola en las misiones, las condiciones físicas del medio, particularmente la falta de depósitos de agua superficiales, impidieron que la agricultura prosperara lo necesario para asegurar el abastecimiento de los asentamientos misionales, la escasa producción hizo que la economía regional fuera, durante el periodo jesuita una economía dependiente, sostenida a base de grano y otras mercancías que se traían desde fuera, las cuales eran compradas con los recursos que se obtenían mediante donaciones de particulares, quienes constituyeron el llamado Fondo Piadoso, y con los subsidios que la corona empezó a otorgar desde 1701 para el sostenimiento de la tropa.

La disminución de la población indígena tambien significo un grave problema para los padres jesuitas. Las causas del descenso de población se debieron principalmente al drástico cambio de vida experimentado por los indígenas y a las epidemias de enfermedades llevadas por los soldados y marineros, las cuales causaron verdaderos estragos ya que los organismos de los indígenas no tenían defensas naturales para contrarrestarlas.

Un decreto de expulsión dictado en 1767 en contra de los jesuitas puso fin a su labor en California. De la península salieron los jesuitas los primeros días de febrero de1778 del obligado exilio a que los condeno el decreto general de expulsión dictado el año anterior por el monarca español Carlos III, concluyó así, con la salida de los ignacianos una empresa que en muchos sentido representa una singular experiencia de organización y funcionamiento de un núcleo colonial, particularmente por el hecho de que los jesuitas tuvieron la posibilidad de implantar y sostener en la provincia entera un régimen de tipo misional de tendencia marcadamente exclusivista.

 

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