Quetzalcóatl en la tradición cultural mesoamericana
Entre los mayas Quetzalcóatl es el Primer Padre, el ordenador del cosmos y el dios del maíz, la deidad que creó el alimento de los seres humanos y produjo la vida civilizada. En la tradición del área del Golfo de México se presenta bajo la advocación de Ehécatl, el dios del viento. Su aparición ordena el cosmos, el espacio terrestre y el tiempo. Con los mixtecos, es el soplo vital que le infundió movimiento al cosmos, el dispensador de los bienes fundamentales y el ancestro tutelar del pueblo mixteco. Siglos más tarde, relatos toltecas le atribuyen la creación del legado cultural que fundó la vida civilizada en Mesoamérica: la invención de la agricultura, el calendario, la escritura, la astronomía, la astrología, la medicina y las artes y oficios útiles.
La mitología del dios y héroe cultural se entrelazó con
la biografía de un rey sacerdote llamado Ce Ácatl Topilzin
Quetzalcóatl que llevó a Tula a su esplendor, y que tras
ser depuesto huyó hacia el Oriente. Con la invasión de
grupos toltecas a regiones del sur, el emblema de la Serpiente Emplumada
y la leyenda de un poderoso guerrero identificado con el legendario
Topilzin Quetzalcóatl se diseminó entre diversos pueblos —como
los quichés y cakchiqueles— y ciudades, como Chichén
Itzá, Cacaxtla y Xochicalco.
Quienes potenciaron las distintas versiones de esta gran figura mítica
fueron los mexicas. Para la cosmovisión nahua, Quetzalcóatl
es uno de los dioses que intervienen en la creación del cosmos
y del sol, y es asimismo el dios que desciende al inframundo, rescata
los huesos de la antigua humanidad y forma con ellos a las mujeres
y los hombres del Quinto
Sol. Como sus antecesores mayas y mixtecos, es el dios dispensador
de la civilización, el reciclador del tiempo, el discernidor
del movimiento de los astros y de los destinos humanos. El calendario
y la escritura, los dos saberes fundamentales que ordenaban los conocimientos
fundamentales de Mesoamérica, eran actividades asociadas al
dios Quetzalcóatl y estaban a cargo de los dos más altos
sacerdotes, quienes llevaban asimismo el título de Quetzalcóatl.
Además, durante el dominio imperial, este dios funcionó como
símbolo del poder real. En numerosos monumentos de Tenochtitlan
se le encuentra participando en actos que legitiman y exaltan a los
gobernantes mexicas y al poder dinástico tolteca, del que los
mexicas se proclamaban descendientes.