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En el siglo XX mexicano, después de la Revolución de 1910, se intensificó la reflexión acerca de la identidad nacional y el lugar de México en el concierto mundial. La pregunta nacionalista ¿cómo somos? recibió respuestas variadas desde diversos ámbitos del quehacer cultural. Estas réplicas quedaron plasmadas en obras plásticas , musicales, teatrales, literarias, filosóficas, antropológicas, históricas y demás disciplinas intelectuales. Dentro del ámbito filosófico, a la pregunta ¿cómo somos? siguieron otras interrogantes: ¿por qué somos como somos? ¿en dónde radica la originalidad de la cultura mexicana? ¿cuál es su esencia? ¿para dónde vamos? Buena parte de la discusión acerca de la cultura se centró en el análisis de la relación entre “lo mexicano y lo universal”. Entre aquellos que pensaron el asunto de la cultura en México, desde una perspectiva filosófica, se cuentan Alfonso Reyes, Samuel Ramos, Jorge Cuesta, Rodolfo Usigli y Octavio Paz.

En los años treinta del siglo XX, el libro que aborda el tema de la identidad nacional de forma más unitaria y sistemática es El perfil del hombre y la cultura en México, de Samuel Ramos, que aborda la personalidad del mexicano desde una perspectiva psicológica y se concentra en lo que el autor considera uno de sus rasgos distintivos: el complejo de inferioridad.

El filósofo Samuel Ramos

El filósofo Samuel Ramos (1897-1959) fue cercano a un selecto grupo intelectual entre los que se contaban Alfonso Reyes, Jorge Cuesta, Xavier Villaurrutia y Andrés Henestrosa, entre otros. Fue discípulo del filósofo Alfonso Caso y ayudante de José Vasconcelos en la revista La Antorcha . En el segundo lustro de los años cuarenta Ramos dirigió la facultad de Filosofía de la UNAM, donde promovió la corriente de la “filosofía de lo mexicano”. Para este filósofo, la mexicanidad se expresa en las formas de vida, y por ello para definir la “cultura mexicana” deben analizarse las formas de vida del mexicano. Sus ideas acerca de este asunto, que ocupó su labor filosófica, se encuentran en la obra El perfil del hombre y la cultura en México, que data de 1934.

Para conocer otras ideas de Samuel Ramos, haga clic sobre las flechas amarillas que encontrará a lo largo del texto.

El perfil de hombre y la cultura en México

La primera edición de esta obra fundamental de Ramos se publicó durante el último año del maximato y del primero del gobierno de Lázaro Cárdenas. La Revolución, como lucha armada, se había dado por concluida desde el régimen de Álvaro Obregón y estaba en su apogeo el discurso oficial del nacionalismo, que sostenía la construcción del Estado revolucionario. Es durante estos años cuando Ramos elaboró su interpretación de la esencia de la mexicanidad. Para él, lo esencial de la cultura está en el modo de ser del hombre, que se moldea a partir de su circunstancia, tal como lo planteó el filósofo español Ortega y Gasset. Así, en el caso de la cultura mexicana, lo esencial de ella radicaría en la estructura mental de los mexicanos (para el estudio de la cual se apoya en el psicoanalista Adler) y el desarrollo de su historia, es decir, su circunstancia.

Samuel Ramos establece un modelo de la psique del mexicano determinado por la historia del país. Entre las conclusiones a las que llega, podemos mencionar:

•  La cultura en México es derivada porque se ha alimentado durante toda su historia de la cultura europea. La cultura indígena fue destruida totalmente.

•  En el momento de su Independencia, los mexicanos quisieron ser una civilización moderna; pero sus posibilidades reales no se lo permitían. Así vivieron a partir de un ideal inalcanzable.

•  A lo largo de su historia, los mexicanos no han sido ellos mismos, con sus cualidades y defectos, sino que ocultan su verdadero ser bajo la “imitación” de lo extranjero.

•  La “imitación” de la cultura es el mecanismo psicológico inconsciente de defensa que, al crear una apariencia de cultura, libera a los mexicanos del sentimiento deprimente de la incultura.

•  La evasión y desprecio de la realidad propia ha llevado a los mexicanos a la “autodenigración” y al “sentimiento de inferioridad”.

•  Para sobrellevar esta sensación de inferioridad los mexicanos llevan una existencia ficticia que se distingue por ciertos rasgos negativos como la pedantería, la agresividad, el machismo, la inseguridad.

Todos estos rasgos son los que configuran el presente de la cultura y del hombre en México pues como Ramos afirma “la historia es el proceso viviente en que el pasado se transforma en un presente siempre nuevo”.

 

El machismo del mexicano

Según la interpretación de Samuel Ramos, muchas actitudes de la vida cotidiana del mexicano se explican a partir de la necesidad de ocultar las deficiencias de su realidad. El machismo es la máxima expresión mexicana del complejo de inferioridad. Quien mejor expone la actitud machista es el tipo social de el peladito, ese “desecho humano de la gran ciudad”. La vida le ha sido hostil y su actitud es de negro resentimiento: estalla a la menor provocación y busca la riña para elevar su yo deprimido. Dice Ramos del peladito : “En sus combates verbales atribuye al adversario una feminidad imaginaria, reservando para sí el papel masculino. Con este ardid pretende afirmar su superioridad sobre el contrincante”. Así, el macho asocia su concepto de hombría con el de nacionalidad, creando el error de que la valentía es la nota peculiar del mexicano. Todas las expresiones patrioteras del pelado tienen este sentido y comparten este concepto con los mexicanos “cultivados e inteligentes” que pertenecen a la burguesía.

Crítica a la cultura dominante

La crítica de Ramos a los gobiernos revolucionarios y su ideología es frontal. Dice: “El tono dominante en la política de México durante los últimos años, es el radicalismo. La demagogia se ha encargado de propagar entre las masas doctrinas sociales extremas que carecen de arraigo en México, y que, teniendo en cuenta la realidad del país, resultan utópicas en absoluto. Se podría decir que, en general, los ideales políticos tienen muy poca o ninguna relación con las posibilidades reales del país. En política, como ocurre desde hace cien años, seguimos imitando a Europa.”

Para este autor el nacionalismo revolucionario no es más que otra imitación de una idea europea, a pesar de que se plantee como algo original. Además “no ha correspondido a un objetivo claro” y sigue evadiendo la realidad del mexicano. Para Ramos, la definición del mexicano se encuentra escondida en los rincones de su intimidad psicológica: “Mientras no se defina su modo de ser, sus deseos, sus capacidades, su vocación histórica, cualquier empresa de renovación en sentido nacionalista será una obra ciega destinada al fracaso”.

Al contrario del nacionalismo estatal, Ramos no concibe a la cultura mexicana como original, distinta a todas las demás. Además niega la influencia indígena en la conformación cultural y califica de nociva la pasividad de esta raza. Su filosofía del mexicano se finca básicamente en una concepción hispanista de la cultura. Para él la cultura mexicana deriva del espíritu latino y éste es un hecho que no puede evadirse. Aceptar la idea del nacionalismo radical de la excepcionalidad del hombre y la cultura en México “sería tanto como perpetuar el caos espiritual”.

La única salvación de la cultura mexicana sería, entonces, hacer propia la cultura universal. La mejor y más natural vía de expresión del alma de los mexicanos es a través de los valores de la cultura universal. En este sentido, Ramos establece su identidad con las concepciones nacionalistas que planteó el grupo cultural del Ateneo de la Juventud, y que guiaron la política educativa de José Vasconcelos.

Asimismo, su crítica se dirige a la educación. Resiente que los gobiernos revolucionarios subestimen la educación superior y el intelectualismo, y que a la política educativa de su época sólo le interese la enseñanza útil, pragmática, de resultados inmediatos y que no toma en cuenta el desarrollo del espíritu humano. Para Ramos es preciso orientar la educación en un sentido humanista, en donde se desarrolle el amor por el conocimiento y lo importante sea la elevación del espíritu del hombre hacia los valores universales.

Las ideas que expuso Ramos en su obra acerca de la mexicanidad fueron a contracorriente de la cultura oficial. El libro de Ramos propone un proyecto de nación distinto del Estado revolucionario y prefigura reflexiones posteriores que intentan explicar la cultura y psicología del mexicano, como aquéllas de Octavio Paz en El laberinto de la soledad, Santiago Ramírez con su Psicología del mexicano y Roger Bartra en la La jaula de la melancolía.

Bibliografía:

Ramos, Samuel: El perfil del hombre y la cultura en México, México, Imprenta Mundial, 1934.

Villegas, Abelardo: El pensamiento mexicano en el siglo XX, Fondo de Cultura Económica, 1993.

 
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