Mabel Magali Alfaro Girón
Alumna del sexto grado grupo "A"
Escuela Primaria 5 febrero, Tapachula, Chiapas.

Había una vez en un lejano pueblo un niño llamado Miguel, había visto en los periódicos, libros y revistas a muchos pueblos que tenían una escuela nueva y bonita. Miguel quería tener una escuela pero las posibilidades económicas del pueblo eran tan inútiles, pues la mayoría era pobre, pero sólo un señor tenía las posibilidades económicas suficientes para construir una escuela grande y bonita; Miguel sabía eso y se lo dijo a Sergio su amigo:

-Pero ¿y eso qué? -dijo Sergio.
-Que le podemos pedir un poco de dinero -respondió Miguel.
-¿Un poco? Eso requiere toneladas -le dijo Sergio.
Entonces mientras pensaban qué hacer, Miguel le dijo:
-La única opción que tenemos es ir al bosque, cortar leña y luego hacer negocio con don Pablo, el más rico del pueblo.
-Me parece muy bien, pero mi mamá no me dejará ir -dijo Sergio.
Miguel lo tranquilizó diciendo:
-Tranquilo, iremos en la noche.
Así llegó la noche y Miguel fue por su amigo:
-Espérame, voy por la carreta de mi padre -dijo Sergio.

No pasó ni media hora cuando Miguel y Sergio se fueron; estando en el bosque Miguel vio un árbol grande y gordo. En seguida lo empezaron a cortar, cuando de pronto Miguel vio algo que brillaba.

-¡Mira! -dijo Miguel.
-¿Qué? -interrumpió Sergio.
-¡Eso! Es una puerta -dijo Miguel.
-¿Cómo crees?, imposible.

Entonces Miguel se animó a abrirla y... para su mayor sorpresa en ella se encontraba un duende sentado en un pedazo de tronco pero no se veía nada bien, pues estaba llorando.

-¿Qué tienes? -le preguntó Sergio.
El duende le dijo:
-Estoy muy triste, pues ustedes cortarán mi árbol.
-No lo cortaremos -gritó Miguel.

El duende para agradecer les dijo que serían sus amigos y, como prueba de eso, les concedería un deseo. Miguel y Sergio no lo pensaron más, de inmediato pidieron una escuela; entonces el duende les hizo una escuela especial, las paredes de chocolate y las sillas de abundante caramelo.

Entonces el duende les dijo: ésta no será una escuela normal, será una escuela especial.
Desde ese entonces Miguel y Sergio ya no se preocuparon más.