La nicotina no favorece el desarrollo de cáncer en el organismo, pero propicia diversos padecimientos cardiovasculares como infartos y arritmias; provoca trastornos en la presión, obstrucción y endurecimiento de venas y arterias, disfunción en la producción de plaquetas _la sangre de los fumadores se coagula más rápido_, hiperactividad y envejecimiento prematuro por la acción oxidante que ejerce sobre el organismo. Además, tiene efectos hormonales que varían de persona a persona de acuerdo con el número de cigarrillos que se consumen.

 

 

Hagamos cuentas: quien fuma una cajetilla diaria en un año inhala alrededor de 840 centímetros cúbicos de alquitrán, lo que es igual a verter en las vías respiratorias y los pulmones casi un litro de alquitrán que, por si fuera poco, contiene un alto porcentaje de benzopireno, sustancia nociva que, entre otras cosas, afecta el material genético de las células.

 

 

 

 

Para dar fin a esta enfermedad los especialistas recomiendan seguir un tratamiento integral que contemple tanto el aspecto físico como el psicológico de la adicción; para tratar la dependencia física y disminuir los síntomas del síndrome de abstinencia, se recomienda la terapia de reemplazo que consiste en suministrar _con parches o chicles_ una cantidad dosificada de nicotina, misma que va disminuyendo en un lapso de tres meses, periodo de tiempo que es considerado el más difícil en el proceso. El tipo de apoyo psicológico que hasta ahora ha dado mejores resultados es la terapia grupal. Muchas de las clínicas del Sistema Nacional de Salud en el país cuentan con clínicas de tabaquismo o información sobre ellas. Dejar de fumar no sólo es posible, sino que aumenta las posibilidades de tener una mejor calidad de vida.

 

1 Incluye cáncer de tráquea, bronquios y pulmón, así como cáncer en el estómago y cáncer cérvico uterino.

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