Irene Martínez Zarandona

Muchos niños en alguna época de su vida se niegan a asistir a la escuela; las causas pueden ser muchas, una de ellas la fobia escolar. Padres y maestros deben estar atentos y solicitar ayuda, pues el problema requiere de orientación profesional.

La maestra Trini sabe que el primer día de clases se siente un pequeño cosquilleo por conocer a los nuevos alumnos, reencontrarse con los del curso anterior y, claro, la nostalgia por todos aquellos que pasaron a primaria. Ha vivido por muchos años esta experiencia y sabe lo que le espera este día, o mejor dicho todo el mes: el llanto de los pequeños que por primera vez asisten al colegio.

.....Parte del problema es que se contagian unos a otros, y —aunque muchos se quedan gustosos a iniciar su gran aventura escolar— al oír llorar irrumpen en llanto, por imitación y porque está en germen la empatía.

.....Ella sabe que es cosa de paciencia y que, poco a poco, a lo largo de los días se irán acostumbrando y adaptándose al trabajo: los nuevos amigos, los juegos y cantos propios de la educación preescolar.

.....Con el paso de las horas fue ubicando a los “cantantes solistas”, y pasando los días fue conociendo y comprendiendo sus personalidades en desarrollo, sus contextos familiares y el porqué de sus posibles reacciones. Necesita tener elementos para hablar con algunos padres.

.....Al cabo del mes la mayoría de sus “desconsolados pupilos” evoluciona y logra adaptarse; por ejemplo, Arturo lloró los primeros días toda la mañana y luego de manera esporádica. Él sollozaba sin consuelo, se percibía una gran tristeza que por momentos se volvía desesperación y enojo. Tiene 3 años 7 meses, y durante todo ese tiempo fue el hijo único de un matrimonio joven volcado en su cuidado: todo iba bien hasta que mamá le avisó de un nuevo hermanito, que tiene ahora dos meses.

.....Para colmo, lo inscribieron a la escuela y no deja de sentir que lo hicieron a un lado; y que “el escuincle intruso e invasor” se queda con mamá en casa. El llanto es comprensible.

.....Afortunadamente Arturo está bien equipado para el mundo social y poco a poco comprende que la escuela tiene sus ventajas, al menos hay niños con quien jugar, que son de su tamaño y no como su minúsculo hermanito. A Trini este llanto pronto deja de preocuparla y sólo comenta con los padres que, tal vez por inexperiencia, hicieron coincidir dos acontecimientos tan importantes y que tal vez debieron esperar un poco a que Arturo madurara su nuevo lugar de hermano mayor.

.....Luis Alfonso tiene el tipo de lamento que raya en el berrinche: ella lo caló desde el primer día que observó cómo después que sus padres, con gran dolor y sobrecogidos por su llanto, lo dejaron en la puerta del salón; entonces decidió no llorar y jugar hasta la salida, cuando al ver a mamá volvió a debatirse entre los sollozos y el enojo por haberlo dejado solo.

.....Trini observa la manipulación con la que este pequeño “tirano” domina a sus padres y logra sacarles lo que quiere, y en cuestión de días habló con los progenitores chantajeados, a quienes les costó reconocerlo. Por eso les pidió que recurrieran a una orientación con el psicólogo escolar sobre el manejo de Luis Alfonso: el niño no es consciente de la manipulación, pero deben aprender manejar las separaciones y pronto el problema del lamento matutino pasará al olvido.

.....Con Luisita tuvo más problemas: es una niña tímida como su propia madre, a la que está muy unida, y ambas tienen dificultades para adaptarse socialmente. Por lo tanto el llanto angustioso de la pequeña refleja la sensación de sentirse realmente sola y perdida en la escuela, que para ella es un “colegiote”.

.....Trini la sentó cerca y le ayudó a socializarse con otros niños, e incluso le dio algunos encargos como repartir los cuadernos o cuidar las cartulinas. La niña, con su apoyo, pronto cambió el llanto por el gusto a la escuela en donde ya no llora, sino que tiene amigas y se siente aceptada y querida por su maestra.

.....Pero su madre debería buscar ayuda para sí misma, y así superar su situación personal: es un modelo para su hija, la cual repite su comportamiento.

.....Pedro lloró como otros niños, pero siguió llorando y llorando angustiado varios días más. Trini no esperó y habló con los padres quienes, por cierto, tardaron dos días en arreglar sus cosas para venir a hablar con la maestra.

.....Les explicó que el llanto y la actitud del niño reflejan miedo y angustia. Están de acuerdo, pues éste se resiste a ir a la escuela, discuten entre ellos y lo traen a la fuerza; reconocen que no quiere quedarse como si temiera que algo malo pasará.

.....Trini no quiso averiguar mucho más: en seguida se dio cuenta que había una problemática familiar, y recomendó que el niño fuera llevado al médico para una revisión general y luego tratado psicológicamente. Casi los obligó, al decirles que si no era atendido no iban a recibirlo en la escuela.

.....Afortunadamente la presión hizo que el pequeño fuera atendido y ella apoyó a la persona que tomó el caso, para que junto con sus padres Pedro pudiera superar el miedo casi asfixiante de ir al colegio. A lo largo del año, aunque con gran dificultad, pudo superar su fobia escolar.

.....Ambos, autoridades escolares y padres, deben distinguir el sufrimiento de un chiquito que se ve rebasado en sus niveles de angustia; observar la sudoración, el latido rápido de su corazón, la manera como frota sus manitas, la presión por orinar, la angustia en su voz. Todo ello indica que la negativa a ir al colegio es un conflicto más profundo, y la fobia escolar es sólo la punta del iceberg.

.....Los maestros con experiencia pueden reconocer los diferentes tipos de llanto y la reacción natural de un niño ante una nueva experiencia, pero son los padres quienes deben buscar y ofrecerle su ayuda.