La maestra Trini
sabe que el primer día de clases se siente un pequeño
cosquilleo por conocer a los nuevos alumnos, reencontrarse con los del
curso anterior y, claro, la nostalgia por todos aquellos que pasaron
a primaria. Ha vivido por muchos años esta experiencia y sabe
lo que le espera este día, o mejor dicho todo el mes: el llanto
de los pequeños que por primera vez asisten al colegio.
.....Parte
del problema es que se contagian unos a otros, y —aunque muchos
se quedan gustosos a iniciar su gran aventura escolar— al oír
llorar irrumpen en llanto, por imitación y porque está
en germen la empatía.
.....Ella
sabe que es cosa de paciencia y que, poco a poco, a lo largo de los
días se irán acostumbrando y adaptándose al trabajo:
los nuevos amigos, los juegos y cantos propios de la educación
preescolar.
.....Con
el paso de las horas fue ubicando a los “cantantes solistas”,
y pasando los días fue conociendo y comprendiendo sus personalidades
en desarrollo, sus contextos familiares y el porqué de sus posibles
reacciones. Necesita tener elementos para hablar con algunos padres.
.....Al
cabo del mes la mayoría de sus “desconsolados pupilos”
evoluciona y logra adaptarse; por ejemplo, Arturo lloró los primeros
días toda la mañana y luego de manera esporádica.
Él sollozaba sin consuelo, se percibía una gran tristeza
que por momentos se volvía desesperación y enojo. Tiene
3 años 7 meses, y durante todo ese tiempo fue el hijo único
de un matrimonio joven volcado en su cuidado: todo iba bien hasta que
mamá le avisó de un nuevo hermanito, que tiene ahora dos
meses.
.....Para
colmo, lo inscribieron a la escuela y no deja de sentir que lo hicieron
a un lado; y que “el escuincle intruso e invasor” se queda
con mamá en casa. El llanto es comprensible.
.....Afortunadamente
Arturo está bien equipado para el mundo social y poco a poco
comprende que la escuela tiene sus ventajas, al menos hay niños
con quien jugar, que son de su tamaño y no como su minúsculo
hermanito. A Trini este llanto pronto deja de preocuparla y sólo
comenta con los padres que, tal vez por inexperiencia, hicieron coincidir
dos acontecimientos tan importantes y que tal vez debieron esperar un
poco a que Arturo madurara su nuevo lugar de hermano mayor.
.....Luis
Alfonso tiene el tipo de lamento que raya en el berrinche: ella lo caló
desde el primer día que observó cómo después
que sus padres, con gran dolor y sobrecogidos por su llanto, lo dejaron
en la puerta del salón; entonces decidió no llorar y jugar
hasta la salida, cuando al ver a mamá volvió a debatirse
entre los sollozos y el enojo por haberlo dejado solo.
.....Trini
observa la manipulación con la que este pequeño “tirano”
domina a sus padres y logra sacarles lo que quiere, y en cuestión
de días habló con los progenitores chantajeados, a quienes
les costó reconocerlo. Por eso les pidió que recurrieran
a una orientación con el psicólogo escolar sobre el manejo
de Luis Alfonso: el niño no es consciente de la manipulación,
pero deben aprender manejar las separaciones y pronto el problema del
lamento matutino pasará al olvido.
.....Con
Luisita tuvo más problemas: es una niña tímida
como su propia madre, a la que está muy unida, y ambas tienen
dificultades para adaptarse socialmente. Por lo tanto el llanto angustioso
de la pequeña refleja la sensación de sentirse realmente
sola y perdida en la escuela, que para ella es un “colegiote”.
.....Trini
la sentó cerca y le ayudó a socializarse con otros niños,
e incluso le dio algunos encargos como repartir los cuadernos o cuidar
las cartulinas. La niña, con su apoyo, pronto cambió el
llanto por el gusto a la escuela en donde ya no llora, sino que tiene
amigas y se siente aceptada y querida por su maestra.
.....Pero
su madre debería buscar ayuda para sí misma, y así
superar su situación personal: es un modelo para su hija, la
cual repite su comportamiento.
.....Pedro
lloró como otros niños, pero siguió llorando y
llorando angustiado varios días más. Trini no esperó
y habló con los padres quienes, por cierto, tardaron dos días
en arreglar sus cosas para venir a hablar con la maestra.
.....Les
explicó que el llanto y la actitud del niño reflejan miedo
y angustia. Están de acuerdo, pues éste se resiste a ir
a la escuela, discuten entre ellos y lo traen a la fuerza; reconocen
que no quiere quedarse como si temiera que algo malo pasará.
.....Trini
no quiso averiguar mucho más: en seguida se dio cuenta que había
una problemática familiar, y recomendó que el niño
fuera llevado al médico para una revisión general y luego
tratado psicológicamente. Casi los obligó, al decirles
que si no era atendido no iban a recibirlo en la escuela.
.....Afortunadamente
la presión hizo que el pequeño fuera atendido y ella apoyó
a la persona que tomó el caso, para que junto con sus padres
Pedro pudiera superar el miedo casi asfixiante de ir al colegio. A lo
largo del año, aunque con gran dificultad, pudo superar su fobia
escolar.
.....Ambos,
autoridades escolares y padres, deben distinguir el sufrimiento de un
chiquito que se ve rebasado en sus niveles de angustia; observar la
sudoración, el latido rápido de su corazón, la
manera como frota sus manitas, la presión por orinar, la angustia
en su voz. Todo ello indica que la negativa a ir al colegio es un conflicto
más profundo, y la fobia escolar es sólo la punta del
iceberg.
.....Los
maestros con experiencia pueden reconocer los diferentes tipos de llanto
y la reacción natural de un niño ante una nueva experiencia,
pero son los padres quienes deben buscar y ofrecerle su ayuda.