Seguramente
le ha sucedido, cuando no logra conciliar el sueño,
encender la televisión; pero tras ir de ida y vuelta por los canales
que aún tienen señal se encuentra con que, después
de determinada hora, sólo se transmiten “infomerciales”. Este
tipo de programas están diseñados para crear falsas necesidades
en las personas, brindando así una amplia gama de productos que
de una forma casi mágica cambiarán algún aspecto
de su persona o de la vida cotidiana.
Los infomerciales ofrecen muchas cosas: la apuesta está en levantar
el teléfono y decir: “yo quiero, necesito eso”. Al comprar cualquier
cosa debemos tener mucho cuidado: si es un producto anunciado por televisión,
es necesario poner atención a los cintillos de letras pequeñas
que durante la transmisión corren por la parte inferior de la
pantalla, pues en ellos se puede descubrir la trampa del producto con
leyendas como “los efectos varían de persona a persona”.
Siempre hay que pensar que quienes realizan este tipo de anuncios cuentan
con treinta minutos para convencerlo, así que lo intentan todo:
testimonios que aseguran la efectividad del producto y que son dados
por personas del “mundo real”, dramatizaciones o consejos de figuras
reconocidas como actores, actrices, cantantes, conductores y deportistas,
entre otros recursos. Detrás de lo que se ve existe un equipo
de profesionales cuyo fin es hacerle ver a los espectadores, un público
cautivo, que necesita adquirir de inmediato o “en los próximos
veinte minutos” lo que ofrecen.
Los informerciales hacen promesas como: “Tenga un cuerpo escultural
con dos minutos de ejercicio cada tercer día”, “Compre el sillón,
cama y flotador para alberca inflable, que lo sacará de aquellos
apuros tan comunes en la vida de las familias mexicanas”, “Adelgace comiendo
lo que quiera: sólo péguese el parche Sha la lá,
y no importa si su dieta se compone por frituras, chocolates y etcétera.
Con sólo ponerlo en el lugar indicado, ¡perderá esos
kilitos de más en la zona que lo necesita!”, “¿Te sientes
solo? Llámanos: gastarás una fortuna, pero bien vale por
una amistad.”, “¿Tiene problemas con su pareja? Use el perfume
de feromonas; si no se reconcilia, seguro que conoce otra. Renovarse
o morir, dicen por allí…”
Y qué decir de esas nuevas sectas, que han tenido un crecimiento
acelerado en los últimos diez años, y que transmiten en
un promedio de dos horas diarias un programa con formato de revista que
difunde videos, promocionales y supuestos testimonios de personas que
antes de convertirse a esa fe, sufrían por “mala suerte”, “trabajos
de brujería”, y etcétera. En todas estas cosas es necesario
ser críticos, objetivos y, antes de tomar cualquier decisión,
cuestionarnos e indagar sobre la honestidad y veracidad: lo mismo de
empresas que ofrecen productos milagrosos, que de grupos “religiosos” que
garantizan la armonía, la paz y la prosperidad de los individuos.