El tiempo que tardan en actuar

Roma no se hizo en un día y reparar un organismo no es cuestión de un instante. Los medicamentos requieren de tiempos distintos para ejercer su acción. Según el modo de aplicación (oral, intramuscular, cutánea, etcétera), hay un tiempo necesario para su transporte, alcanzar una concentración e iniciar propiamente su trabajo correctivo.

Son realmente pocos los remedios que tienen un efecto inmediato. Un ejemplo de ello es la insulina. No obstante, la mayoría tarda en dar resultados, desde unas horas hasta semanas completas. Piense en la lógica del asunto. Si así no fuera, para qué nos recetarían aplicaciones cada cierto número de horas y durante varios días. En todo caso y para no errar, durante la consulta con su médico pregúntele cuándo comenzará a percibir los primeros resultados. Eso ayuda a ser mejor paciente y también más paciente.

 

Mantenimiento del efecto

Al iniciar un tratamiento, poco a poco se va sintiendo la mejoría. ¿Por qué interrumpirlo cuando le da la gana? Las medicinas tienen una acción dinámica que intentan ajustar todo un proceso. Sentirse aliviado no implica que la curación sea completa: lo más probable es que el cuerpo siga requiriendo de ayuda para reestablecer su equilibrio. Pongamos el ejemplo de un antibiótico. Tal vez en tres o cuatro días uno se sienta espléndidamente. Eso se debe a que la infección va cediendo, pero aún hay microorganismos que se mantienen con vida. Si interrumpimos el suministro de medicina, no sólo permitiremos que se recuperen y reproduzcan, sino que incluso estaríamos seleccionando algunos que luego serán más resistentes.

Un tratamiento dura lo que tiene que durar. La responsabilidad de prescribirlo es de nuestro facultativo y la que a nosotros corresponde es seguir la instrucción.

 

Suspensión del medicamento

Hay tratamientos que deben ser interrumpidos. La mayor parte de las veces se debe a que sus efectos secundarios son peores incluso que la enfermedad que se desea curar. La falta de un resultado inmediato no entra en las razones para abandonar una medicina: recordemos que su efecto puede no ser tan breve como desearíamos. Nuevamente surge la recomendación: no hay que tomar decisiones con base en nuestra ignorancia. Si alguna duda existe, consulte a su médico.

 

Cambio de médico

 Es verdad: algunos galenos resultan más acertados que otros, y ello puede deberse a múltiples factores. Más experiencia, mayor intuición o incluso conocimientos. Sin embargo, algo tienen todos en común. Conociendo al paciente y la evolución de su mal, pueden hacer ajustes en el tratamiento de acuerdo con los resultados. Si acudimos con uno, otro y otro más, probablemente entren en contradicción porque cada uno sigue una estrategia diferente. En lugar de picar por aquí y por allá, seleccione al profesional que le inspire confianza y mantenga fidelidad.

El binomio médico-paciente, trabajando en coordinación, es el mejor equipo para vencer a la enfermedad. Confíe en él, hasta en tanto no tenga motivos suficientes y fundados para modificar su elección.

 

Revisar caducidad

Medicamentos viejos pierden efectividad. Revise siempre la fecha en que han de caducar. Nunca —por ahorrar o aprovechar sobrantes— utilice medicamentos que ya estén vencidos.

 

 

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