Sinopsis

El hurto ocasional que algunos niños realizan suele transcurrir sin mayores consecuencias y resolverse (para evitar que vuelva a suceder) con una breve reprimenda. En cambio, los robos frecuentes son llamadas de atención para los padres, que deben preocuparse seriamente y ayudarlos a superar la causa de esta conducta.



Los pequeños que aún no entienden el concepto de la propiedad piensan que sus padres exageran con sus regaños, cuando han tomado unos chocolates del cajón de su hermano o unos cuantos pesos del monedero de su mamá para comprar un refresco: piensan que están tomando algo que necesitan y de alguna manera les pertenece, que “todo el mundo lo hace”.

Otros, con mayor nivel de conciencia, empiezan a realizar pequeños hurtos escolares: el sacapuntas de un compañero, la torta del amigo, un cochecito de la tienda, el CD de su primo, o dinero para el juguete que no quiso comprar su mamá, etcétera.

Cuando los padres sorprenden a alguno de sus hijos o hijas en un robo pequeño, suelen tener la sensación de que algo está mal, pero es pasajero y pronto quedará en el olvido. Afortunadamente, la mayoría de las veces es así, pero no siempre …

Cuando los niños ocasionalmente toman algo que no les pertenece de forma fortuita antes de los 7 años es comprensible, pero a partir de esa edad deben de haber integrado algunas enseñanzas de sus padres y tener una idea más exacta de lo que está permitido o no, de lo que es suyo o de los otros, y por lo tanto se espera que el concepto de pertenencia se haya establecido.

Incluso niños entre 8 y 10 años pueden tener noción de lo que es correcto, pero aún no de las consecuencias de sus actos. Piensan que no está bien tomar cosas que no les pertenecen, pero no logran calcular qué tan malo es. Por eso antes de que se acostumbren, los padres deben buscar la causa de esta conducta.

 

Posibles causas

El robo se realiza como una provocación. En la pubertad e inicio de la adolescencia muchos chicos roban como una manera de demostrar autonomía en sus decisiones. Toman del ambiente lo que sienten que les pertenece y es justo; sobre todo lo hacen como una conducta desafiante para agredir y hacer enojar a sus padres.

No faltan los casos de robo como una manera de llamar la atención. Cometer faltas, al menos, es una forma de que sus padres estén más pendientes de ellos. En ocasiones, por paradójico que parezca, un niño prefiere un castigo a la indiferencia con la que muchos los tratan.

En esta edad los compañeros de grupo son muy importantes. Robar puede ser una forma de sobresalir y buscar la admiración al atreverse a hacer cosas que transgreden y desafían las normas. Hurtar objetos es en ocasiones una conducta de fanfarronería para crecerse ante los iguales o de ser aceptado como parte de este grupo de pequeños pillos.

También se da el caso de compañeros que chantajean a otros, los cuales recurren a conductas como el robo para satisfacer las exigencias del líder del grupo o aquél que amenaza con golpearlo si no le paga una cuota de dinero o con alguna golosina.

Otra posible causa puede estar ligada a conductas más preocupantes, como la drogadicción o la delincuencia: el chico roba para conseguir las sustancias a las que es adicto.

Muchas veces es por la necesidad de poseer cosas que están por encima del nivel socioeconómico de la familia o de tener objetos que pertenecen a los padres. También puede ser una situación sencilla, como la necesidad de que los padres le aumenten el “domingo”; porque al haber crecido y pasado a otra etapa de su desarrollo tiene nuevas necesidades.

Existen los pequeños ladrones que toman cosas para hacer sus colecciones. Otros realizan robos o “préstamos” al ponerse la ropa de los hermanos y sentirse mayores. En el fondo de estos pequeños hurtos encontramos conductas de compensación, ante la falta de seguridad y afecto que sienten.

Índice del texto: 1 2