¿Qué sucede si usted despierta
con todos los síntomas de un resfriado y decide no ir a trabajar?

 

Las posibilidades pueden ser varias. Puede ser que se le presione para que se presente en la oficina, que le sea descontado el salario correspondiente al día o que incluso se gane la mala fama de irresponsable por fallar con cualquier pretexto.

Si su educación ha estado fundamentada en la responsabilidad y la disciplina, quizá las recriminaciones lleguen de su propia persona al considerar que el malestar no es tan grave como para no poder trabajar.

Todo lo anterior resulta contradictorio cuando en las campañas de radio y televisión lo que se recomienda es descansar. Igual de opuestas son las campañas preventivas contra las enfermedades respiratorias cuando se está sano, ya que en ellas se nos recomienda evitar los cambios bruscos de temperatura y no acudir a lugares donde hay aglomeración de personas, entre otras medidas.

 

Engañosos síntomas menores

 

El catarro común es inofensivo en apariencia, ya que la sintomatología con que cursa suele no dar problemas mayores. Acaso algo de flujo e irritación nasal, ojos llorosos, a veces dolor de cabeza, estornudos y, en ocasiones, un malestar general que no resulta lo suficientemente importante como para tener que dejar de hacer las actividades cotidianas. Vamos, ni siquiera hay una fiebre qué cuidar en una altísima proporción de los casos.

Inocuo resfriado, siempre y cuando no se complique con alguna infección oportunista que podría llegar a convertirse hasta en una neumonía, o bien que no se trate de alguna otra enfermedad emparentada como podría ser la gripe o la influenza.

¿Sabía usted que este mal, es la causa de la mayor parte de faltas al trabajo y a la escuela, en prácticamente todo el mundo? Efectivamente, pero no tanto por la gravedad que pueda o no tener, sino por la gran facilidad que hay para su transmisión de persona a persona.

 

¿Cuál es el truco para contagiar a otra persona?

El resfriado simple tiene un origen viral. Al igual que cualquier otro virus, se trata de gérmenes que apenas tienen en su estructura una pequeña cadena de material genético con instrucciones para la replicación. Dicho de otra manera, no tienen forma de multiplicarse si no es invadiendo una célula y obligando a ésta para que le albergue y luego produzca más partículas virales. Una vez logrado el objetivo, literalmente, la célula secuestrada “estallará” para liberar a la nueva generación de microorganismos.

Cuando esos virus se encuentran en la luz de las vías respiratorias, sólo deberán buscar otra célula sana que se puede localizar en el mismo individuo enfermo, o bien, en otra persona, la nueva víctima potencial de un contagio.

Salir al ambiente es relativamente fácil cuando el paciente cursa su mal con estornudos. Involuntariamente se convierte en una suerte de escopeta viviente que, a través de las diminutas gotas proyectadas por la expulsión violenta del espasmo respiratorio. Así, pues, los microscópicos organismos podrán viajar varios metros y dispersarse en el ambiente. Se mantendrán suspendidos hasta que llegue el momento en que una persona sana respire y, al inhalar, transporte la pequeña amenaza hacia su aparato respiratorio donde abundan las células propicias para una nueva invasión.