Por desgracia las estadísticas
de accidentes viales muestran que muchas de sus víctimas son niños,
principalmente al cruzar las calles, por no llevar las sillas protectoras
en los automóviles, por ir en la parte delantera del coche sin
utilizar el cinturón de seguridad y, en muchos casos, porque el
transporte colectivo no presenta el mínimo de elementos de protección
para los pasajeros y los pequeños pueden ser los más vulnerables.
La mayoría de los países, especialmente los que envidiamos
por su tránsito fluido y ordenado, tienen programas extensos de
educación vial que se promueven entre los niños, desde
muy tempranas edades. Si bien la educación vial
no exime de tener un accidente o contratiempo de tránsito, al
menos garantiza que se está formando una cultura de la circulación,
que a mediano y largo plazo redunde en beneficios de convivencia y en
un ambiente más seguro para niños y jóvenes. La educación vial transmite las principales normas del reglamento
de tránsito, que incluyen derechos y obligaciones para peatones
y personas que viajan en vehículos privados o públicos.
Se trata de armonizar las necesidades de todos para circular e incluso
regular el sonido de claxon para personas que están en sus hogares
u hospitales, logrando la convivencia de todos. |