El primer objetivo de la educación vial es proteger la vida y
la integridad física de las personas. Afortunadamente son muchas
las cosas que podemos hacer para empezar a transmitir la cultura vial,
evitando accidentes.
En muchas escuelas existen asociaciones de padres que han iniciado programas
que coadyuvan a la educación vial y cada mañana hacen guardias
en determinadas esquinas para que los automovilistas respeten a los niños
que van a la escuela. Así, en forma ordenada, los dejan pasar
y cruzar por calles que generalmente están congestionadas.
En cambio, en otras tanto los padres incumplen las reglas parándose
hasta en tercera y cuarta fila y los chicos adolescentes salen a la calle
sin ninguna precaución. Ambos ejemplos requieren de una reflexión
de los padres sobre el ejemplo que dan y las acciones que permiten.
El reglamento de tránsito es casi desconocido para la mayoría:
un buen principio es conseguirlo y leer algunas de las reglas que se
considere pueden servir a los pequeños para identificarlas mientras
circulan y observan a peatones, autos y camiones.
Enseñar a los niños desde que son muy pequeños
a distinguir las señales de tránsito, a identificarlas,
comprender su significado y sobre todo por qué deben obedecerse,
puede ser incluso una actividad sencilla y lúdica, especialmente
cuando los padres participan con sus niños, ya sea porque los
llevan a la escuela caminando, en vehículos particulares o en
transporte colectivo. |