Ramón Cordero G.

¿Le ha ocurrido que va a hacer sus compras a la tienda de autoservicio y de repente desaparece su carrito?
Vaya fastidio, ¿no es cierto?

Ocasionalmente, el responsable ha sido un empleado que tiene a su cargo recoger la mercancía que está fuera de sitio y que, tomando el primer carro que se encuentra a mano, junta los productos para llevarlos de regreso a sus respectivos estantes. Es algo desagradable, pero por lo general se trata de la minoría de los casos.

También llega a suceder que, al contener pocas cosas o ninguna, otro cliente se confunde y arrastra el carro que usted se había encargado de tomar a la entrada de la tienda. Extravío primero y confusión después, donde no hay intencionalidad de daño.
Lo verdaderamente común es que otra persona que va también a realizar su compra, deliberadamente tome su carrito. ¿Por qué?

Las razones pueden ser varias. Gente que olvida tomar uno de esos artefactos con ruedas, personas que no pensaban comprar gran cosa, pero en el momento deciden que necesitan el carro y toman el primero que encuentran. En fin, Las motivaciones abundan.
Resulta curioso que, salvo situaciones excepcionales, los artefactos proporcionados por el establecimiento son suficientes para toda la clientela y cualquiera puede tener acceso a ellos en la entrada. Si hay olvido o pérdida del mismo, bastaría con regresar a las puertas y, civilizadamente, tomar otro para continuar con la adquisición de mercancía. Un esfuerzo mínimo que soluciona el contratiempo y a nadie afecta.