Irene Martínez Zarandona

Frente a la discapacidad de un hijo, los humanos despliegan mecanismos que pueden ser descritos como una reacción de duelo ante la pérdida de sus expectativas y una forma de paliar el dolor de verlo sufrir.

Una de las situaciones que pueden ser más demandantes durante la vida de un ser humano, es la de enfrentarse a la discapacidad de un hijo. Claro que la intensidad del problema depende mucho del grado de discapacidad; pero, por pequeña que sea, siempre es un duro golpe a las ilusiones y esperanzas de los padres, además del dolor de ver que su niño sufre también.

......Las personas, cuando saben que un niño viene en camino, forjan expectativas sobre éste: físicas, mentales, de personalidad, carácter, etcétera, creando una imagen mental del mismo, la cual se rompe si al nacer o tiempo después —ya sea por una enfermedad o accidente— se descubre algún problema que requerirá de cuidados, tratamientos y educación especiales.

......Es importante que los padres puedan reconocer cuáles eran sus expectativas, hablar de ellas y relacionarlas con la realidad que tienen enfrente: eso les ayuda a reconocer sus sentimientos, a desplegar su fuerza interior, sus valores y a acomodar en la medida de lo posible nuevas expectativas para que el pequeño pueda desarrollarse plenamente, según su circunstancia.

......Porque si bien su hijo o hija no es como esperaban, también es cierto que posee cualidades y su vida puede tener otras recompensas si la familia logra superar los primeros momentos de desaliento. No se trata de olvidar las expectativas que cada niño despierta, sino de amoldarlas a la realidad y al mundo de lo posible.