Una
de las situaciones que pueden ser más demandantes durante la
vida de un ser humano, es la de enfrentarse a la discapacidad de un
hijo. Claro que la intensidad del problema depende mucho del grado de
discapacidad; pero, por pequeña que sea, siempre es un duro golpe
a las ilusiones y esperanzas de los padres, además del dolor
de ver que su niño sufre también.
......Las
personas, cuando saben que un niño viene en camino, forjan expectativas
sobre éste: físicas, mentales, de personalidad, carácter,
etcétera, creando una imagen mental del mismo, la cual se rompe
si al nacer o tiempo después —ya sea por una enfermedad
o accidente— se descubre algún problema que requerirá
de cuidados, tratamientos y educación especiales.
......Es
importante que los padres puedan reconocer cuáles eran sus expectativas,
hablar de ellas y relacionarlas con la realidad que tienen enfrente:
eso les ayuda a reconocer sus sentimientos, a desplegar su fuerza interior,
sus valores y a acomodar en la medida de lo posible nuevas expectativas
para que el pequeño pueda desarrollarse plenamente, según
su circunstancia.
......Porque
si bien su hijo o hija no es como esperaban, también es cierto
que posee cualidades y su vida puede tener otras recompensas si la familia
logra superar los primeros momentos de desaliento. No se trata de olvidar
las expectativas que cada niño despierta, sino de amoldarlas
a la realidad y al mundo de lo posible.