Texto: Ramón Cordero G.
Diseño gráfico: Jani Rivera

Piense en lo que ahora desembolsa por concepto de gas para su casa y luego compárelo con el precio de hace cuatro o cinco años.

            Hay diferencia, ¿no es verdad?

            ¿Sabe cuándo disminuirá el costo? Es probable que nunca. Al menos la experiencia nos demuestra que es más fácil la presentación de nuevos incrementos que de reducciones. Pero más allá del simple aspecto económico, lo real es que usamos, abusamos y desperdiciamos muchos de los energéticos que tenemos a nuestra disposición, y con ello contribuimos a dañar el ambiente. El gas natural o el butano —según el servicio de que usted disponga— no son la excepción: siempre provocan emisiones a la atmósfera y éstas crecen con un uso inapropiado del energético.

            Por supuesto que siempre hay justificación y pretexto para no hacer algo en lo individual. Afirmamos —con apariencia de buen ardid— que es necesario contar con políticas integrales y grandes acuerdos a los que todo el mundo se adhiera como única vía de solución. Sin embargo, eso no depende de nosotros.

            En la casa podemos hacer muchas cosas dignas de tomarse en cuenta y con efecto real, pero para decidirnos a implementarlas es indispensable conocer el para qué y lo que significa en términos de resultado. Supondrá algunas molestias; pero, con toda certeza, valen la pena desde cualquier punto de vista.

 

El piloto despilfarrador

En las estufas antiguas había que usar leña, introducir un poco de papel u ocoteRaja de madera de pino con mucha resina que arde con facilidad. El nombre viene de la denominación genérica de lis pinos a los que en México se les suele llamar ocotes. y encender con un cerillo. Diez o quince minutos después, cuando las brazas estaban listas, se podía ya cocinar.

            Estos aparatos electrodomésticos cuentan desde hace tiempo con los llamados pilotos, que no son otra cosa más que pequeñas boquillas en las que arde constantemente una flama. Con este artilugio, basta girar la manija y la hornilla encenderá de inmediato. Sin duda algo bastante práctico, que hace casi inútiles los encendedores y los fósforos.

            Cabe mencionar que una buena parte de los calentadores de agua también cuentan con estos dispositivos. Muy bien: se ganó en comodidad, pero también comenzamos a desperdiciar de otra manera, ya que estos pilotos permanecen funcionando las 24 horas de día. Es cierto: se trata de un pequeño fuego, pero si sumamos el fluido que consume durante todo ese tiempo, veremos que es algo considerable.

            ¿Se ha fijado cuántos orificios tiene el quemador de cada hornilla? Puede ir a contarlos, pero si quiere un dato rápido considere que son entre 30 y 34. Cada uno de ellos equivale a un solo piloto. El detalle está en que la estufa sólo permanece encendida durante algunos minutos, mientras que el piloto trabaja todo el tiempo. Haga las cuentas y comprobará que la voraz boquilla consume en un día lo mismo que una hornilla completa en poco más de 40 minutos.

            Muy bien: ya se nota lo que implica, pero algunas estufas cuentan con un piloto por lado, o incluso con uno por cada parrilla. Si este último fuera el caso, significaría que para mantener esa ventaja para el encendido inmediato, usaría el combustible necesario como para mantener funcionando todos los quemadores durante los mismos 40 minutos.

            Impresionante, porque seguro usted se opondría a que el armatoste de la cocina estuviese funcionando sin preparar siquiera algún alimento. Por lo menos le parecería un derroche inútil. Lo ventajoso es que hay soluciones. Lo ideal es contar con un aparto más moderno, de los que cuentan con encendido electrónico, pero claro: si la estufa aún sirve, recomendar el reemplazo parecería tan irracional como el desperdicio del energético.

            Hay un remedio que sólo supone mínimas molestias, pero que es útil para el ambiente y su bolsillo: cerrar los pilotos de la estufa y del calentador a gas. Éste es el punto donde un usuario con buena capacidad de compra podrá argumentar que el piloto es un lujo que está dispuesto a pagar. De acuerdo, pero el meollo de todo esto no se encuentra en la fortaleza o debilidad de la economía doméstica, sino en lo ambiental.
 
            Tenga por seguro que esta intervención —que puede ser hecha por cualquiera o mediante la contratación de un plomero— no es motivo para el desdoro de los blasones ni de pérdida en la calidad de vida. Considere que aun contando con un aparato con encendido electrónico, de cualquier manera tendría que ocupar la otra mano para oprimir el correspondiente botón.