Autor: Ramón Cordero G.
            Catedrático U. A. Chapingo
Diseño Gráfico: Jani Rivera

Los adultos suelen afirmar que los jóvenes, especialmente los adolescentes, son “complicados”. Claro: para una persona que lleva una vida estable, que tiene responsabilidades ineludibles, que se ha acostumbrado a una forma de vida y terminó por ser “domada” socialmente, es muy difícil comprender por qué los muchachos y las muchachas toman riesgos que a los mayores les parecen innecesarios y hasta irresponsables.

            A pesar de todo... es normal. Tiene que ver con los procesos evolutivos. Y la humanidad en su conjunto ha podido avanzar porque toma riesgos, aunque en casa le desagrade a los papás.

 

Sin riesgo no hay mejora

Imagínate lo que hubiera sido del hombre primitivo si por evaluar el peligro que implicaba cruzar un río, sin saber nadar y además infestado de cocodrilos, hubiese decidido quedarse en la misma margen, pero separado de un territorio en el que abundaban los frutos y los pequeños animales para la caza. Sí, tendría la seguridad de no morir ese día despedazado por los reptiles; pero, a cambio renunciaba a la posibilidad de que su clan y él mismo se alimentaran mejor.

            Ésa es una decisión con muchas implicaciones para la humanidad, aunque no sea algo tan aparente. Sin una buena nutrición sería difícil que alcanzaran mejor condición de salud, fortaleza física y quizá, tras miles de años, también un <1a href="http://sepiensa.org.mx/contenidos/2007/p_cerebro/p1.html" target="_blank">cerebro de mayor tamaño. No obstante, ¿qué posibilidades tendría ese grupo de humanoides para competir a largo plazo con otros individuos que sí hubiesen enfrentado el reto y triunfado? El resultado es evidente: los genes de los temerarios tendrían más posibilidades de seguir pasando de generación en generación y marcar con ello la ruta de la evolución para nuestra especie.

            ¿Qué crees que hayan pensado los adultos que convivían con el primer antecesor que se animó, pese al riesgo, a sujetar una rama ardiente encendida por el efecto de un rayo? De contar con un amplio vocabulario, habrían opinado que era un imprudente o un tarado. Con todo y críticas, gracias a aventureros como él, finalmente pudo domesticarse el fuego.

            Es probable que así, paso a paso, nuestros antepasados se hayan mantenido sobre el planeta y mejorando más cada día, gracias a esa característica intrínseca de la especie: desafiar los riesgos. Los que decidieron emigrar y poblar Europa, aquellos que hicieron lo mismo en América al cruzar el estrecho de Bering o los francamente locos que, a bordo de endebles embarcaciones, decidieron explorar y poblar Oceanía