Los peligros cambian con el tiempo

¿Ya va quedando más claro por qué a veces tienes el impulso de lanzarte en bicicleta por una pendiente, a toda velocidad, a pesar de que sabes que son altas las probabilidades de caer o chocar? Quizá no te diste cuenta de algo que ocurrió en tu mente: valoraste el riesgo y las posibilidades de éxito, decidiendo, al final, que valía la pena el peligro para darte cuenta de lo que eres capaz o ganar respeto ante tus amistades.

            El mismo mecanismo opera cuando decides acudir a un espectáculo sin tener lugar reservado o faltando el boleto para entrar; las probabilidades de que llueva son altas; y por último, desconociendo la hora y la forma en que regresarás a casa.

            Una combinación de factores que desalentarían a muchos adultos pero que, desde tu perspectiva, es un trance que vale la pena enfrentar. Podrías quedar fuera sin más ganancia que la frustración de haber hecho el viaje en balde; quedar aterido de frío en caso de que lloviera y quedaras empapada o empapado; meterte en un problema serio de transporte y seguridad. Y sin embargo, también sabes que podría ser un día inolvidable si todo sale bien.

            Por fortuna, ahora ya no hay que decidir si vale la pena enfrentar a un búfalo con una simple arma de piedra para llevarlo a la despensa familiar. Los cambos en el mundo ofrecen nuevos desafíos: dejar a la familia y cruzar ilegalmente la frontera o no; renunciar al trabajo estable pero mal remunerado o seguir en él; cambiar de idea con respecto a lo que harás cuando seas adulto…

            El abanico es amplio: lo importante es identificar en dónde hay una bifurcación.

 

Un comportamiento primitivo que sigue vigente

La vida actual está sometida a otras reglas que ya no dependen exclusivamente de la naturaleza, sino que se ven fuertemente influidas por la forma en que hemos decidido funcionar como sociedad, el progreso tecnológico, el conocimiento y otras variables más, aunque hay sitios donde aún continúa operando algo semejante a la ley de la selva.

            Desde luego que seguiremos asumiendo el peligro y optaremos por enfrentarlo o no. Valorar las situaciones y arriesgar en ocasiones seguirá siendo un elemento favorable para el progreso evolutivo de nuestra especie.
Lo importante es identificar en qué situaciones vale la pena dejar que la incertidumbre opere, tener claro cuál es la ganancia y saber evaluar las posibilidades de éxito. Parece fácil pero no lo es tanto y, cuando erramos, más que un acto valeroso cometemos tonterías.