Irene Martínez Zarandona

Sinopsis

Un tema polémico en el campo de la pedagogía es la tarea escolar, que suele ser un tormento cotidiano tanto para los niños como para los padres. Aquí se dan algunas sugerencias que pueden ayudar a hacer más eficaz el tiempo que se dedica a esta actividad.

 

Nuevamente empiezan las clases y con ellas los madrugones, las prisas, el frío y los catarros, nuevos gastos, carreras a la papelería y, sobre todo, la batalla cotidiana por las tareas escolares.

Esta lucha tiene varios frentes: por un lado lograr que el niño o la niña adquieran el hábito de copiar la tarea del pizarrón completa y legible, que no olvide los cuadernos, libros y útiles necesarios para hacerla, que recuerde qué mapa, cartulina, plumón, pegamento, tachuela y OII (objeto impredecible e identificable) requiere el pequeño comprar en la tiendita, en horario pertinente, para realizarla.

Pero la parte más difícil de esta lucha suele darse en el campo de batalla en el que se convierten muchos hogares, sobre todo cuando se trata de lograr que las criaturas no se conviertan en prófugos escondidos en sus madrigueras o en sacos de lánguida pereza que logran romper marcas de lentitud para escribir cada palabra, frase u oración completa.

Si bien hay muchos niños y niñas que han comprendido que la batalla está perdida y que hacer los deberes lo más pronto posible es su mejor opción, hay muchos que renuevan sus esperanzas cada día e intentan pasar la tarde lo más campechanamente posible: jugando o viendo la pantalla multicolor de la televisión, para luego tener que hacer la tarea durante la noche sacrificando sueño y descanso.

No hay reglas exactas que ofrecernos a los atribulados padres (por lo general son las madres las que más batallan con las tareas): cada uno de nosotros ponemos en práctica las tácticas que nuestros padres emplearon con nosotros, o bien intentamos nuevas que en algunos casos funcionan y en otros sólo son el preámbulo para que, en un grito sonoro y delirante, digamos: “te he dicho un millón de veces que te sientes a hacer la tarea”, “te lo borro si no lo haces bien”, “con esa letra puedes acabar con la autoestima de cualquier maestro”, “siéntate: por enésima vez te digo que te sientes”, “lee con atención”, “estás papando moscas”, “sácale punta al lápiz para que te quede más limpio”, “borra con cuidado”, etcétera, etcétera.