Sinopsis

 Mientras no es reconocido el problema del alcoholismo como una enfermedad y a todos los que están involucrados en esta situación como enfermos, los problemas se agravan e incluso se heredan de generación en generación.

 

Catalina no es feliz: las ilusiones con las que se casó parece que se han convertido en un lastre que no le permiten irse y buscar nuevos horizontes.

Contrajo matrimonio enamorada, pero los problemas —especialmente la forma de beber de su marido— han provocado una situación casi insostenible; y, aunque ha intentado muchas soluciones de manera infructuosa, ésta se mantiene porque ella no se decide a dejarlo.

Al casarse supuso que su vida iba a ser otra, la que fuera con tal de que no se pareciera al calvario que sufrió su madre al lado de su padre alcohólico. Desde niña aprendió que después de cada fiesta él llegaba borracho, apoyado en su esposa, la cual pasaba varios días enfadada para que posteriormente, “por sus hijos”, lo perdonara y volvían a pasar una temporada más.

Golpes, insultos, limpiar las excrecencias del marido y humillaciones sexuales y afectivas. Todo lo sufrió su madre, y en cada nuevo episodio que Catalina presenciaba se juraba a sí misma que ella nunca soportaría una situación así. Y ahora, aquí, estaba enredada en un problema similar.

Por razones socioculturales su madre estaba en una situación sin salida, pero ella sabe que las cosas pueden cambiar. ¿Por qué no lo hace? Quizá ésta es su peor angustia: ¿por qué no terminar con todo esto?

 

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