Irene Martínez Zarandona

 

Sinopsis

El juego de construcción ayuda a desarrollar la creatividad del niño. Uno de estos juegos es el sistema Lego, que se ha convertido en una marca clásica de estos juguetes.

 

 

Los niños conforme tienen mayores posibilidades de manipular objetos, los chupan, miran, sacuden, golpean, y pronto si tienen un "adulto educador" cerca, quieren construir algo con ellos, especialmente si juegan con cubos, fichas de dominó, cajitas o bloques.

Así transcurre la primera infancia, armando, desarmando, manipulando las cosas y practicando lo que Jean Piaget llama el Juego de construcción, que alrededor de los 7 años se manifiesta con toda intensidad cuando el niño que ya conoce el funcionamiento de las leyes físicas (aunque no sepa fórmulas ni palabras como estabilidad, gravedad, peso y masa, etcétera) desea emplearlas, aprovecharlas y conquistarlas armando, por ejemplo, castillos, puentes, casas, circos, monstruos y carreteras.

Los niños edifican con cualquier cosa: piedras, palillos, corcholatas, tapas de refresco, maderas, galletas, panes, lápices, etcétera. Incluso los padres son testigos de construcciones realzadas con los cojines de la sala, sillas y alguna manta con la que niños y niñas hacen sus refugios y moradas para jugar.

Los juegos de construcción son lo más parecido al trabajo: es conmovedor ver la seriedad y concentración con la que un pequeño coloca sus bloques, forma sus caminos, coloca sus cochecitos, crea ciudades y mundos de fantasía, y para ello requiere imaginar y concretar lo que desea levantar, elabora un modelo mental, despliega su capacidad de representación e imitación de modelos, y son indiscutibles las habilidades visomotoras que este tipo de juegos le ayuda a desarrollar.

Es innegable la importancia que el juego de construcción tiene para integrar y acomodar lo aprendido por el niño en su desarrollo cognoscitivo y emocional; cuando construye se observan las habilidades logradas a través del ejercicio, la puesta en práctica de símbolos, imitaciones y reglas que lo insertan en la convivencia humana: compartir, respetar el trabajo del otro, competir superándose, y disfrutar haciendo obras.

El juego de construcción es un mediador o puente entre la actividad lúdica y el trabajo formal que desplegará el individuo cuando sea adulto, porque jugando se aprende a trabajar y, cuando se tiene la suerte de encontrar un trabajo que gusta, éste se vuelve una especie de juego placentero y motivante.

El afán de construir es innato en el niño, por lo que la industria y artesanía jugueteras pone en sus manos juegos encaminados a canalizar esta necesidad constructiva; hay infinidad de versiones de cubos de madera, plástico y goma; un ejemplo clásico lo tenemos en el Meccano, y existen versiones modernas y llenas de posibilidades como los pequeños ladrillos de plástico.

 
 

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