¿Curar?

Aun cuando la enfermedad se conoce desde 1907, es hasta años recientes cuando se le ha dado la importancia que merece. Esto ha tenido que ver con los cambios demográficos de las últimas décadas, cuando la esperanza de vida se ha incrementado notablemente, al igual que la población de adultos mayores. El Alzheimer se encuentra asociado con la mayor parte de casos de demencia senil, lo que nos indica que se trata de un mal que crece de manera directamente proporcional con la edad.


En los viejos tiempos, cuando una persona padecía la enfermedad, se convertía en un problema particular y exclusivo de la familia a la que pertenecía. Hoy, la cantidad de personas afectadas o que presumiblemente la desarrollarán, hace que se convierta en un problema de salud pública.

A pesar del esfuerzo de los investigadores, el tiempo invertido y el dinero asignado a trabajos dedicados al Alzheimer, es un hecho que la enfermedad continúa siendo incurable, no se detiene y los efectos se agudizan conforme pasa el tiempo. De hecho se trata de la degeneración y muerte de neuronas ubicadas en regiones cerebrales específicas como para dar la sintomatología característica. El fenómeno tiene que ver con la programación que cada célula posee para su propia destrucción, un fenómeno fisiológico normal, al menos en teoría. El detalle importante radica en el hecho de que hoy la gente vive más tiempo del que algunas de sus células tienen predeterminado.

No habiendo tratamiento alguno, lo más probable es que de cada 10 personas que estén entre los 75 y 80 años, 3 o 4 de ellas padecerán la enfermedad.

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