En los viejos tiempos, cuando una persona padecía la enfermedad,
se convertía en un problema particular y exclusivo de la familia
a la que pertenecía. Hoy, la cantidad de personas afectadas o que
presumiblemente la desarrollarán, hace que se convierta en un problema
de salud pública. A
pesar del esfuerzo de los investigadores, el tiempo invertido y el dinero
asignado a trabajos dedicados al Alzheimer, es un hecho que la enfermedad
continúa siendo incurable, no se detiene y los efectos se agudizan
conforme pasa el tiempo. De hecho se trata de la degeneración y
muerte de neuronas ubicadas en regiones cerebrales específicas
como para dar la sintomatología característica. El fenómeno
tiene que ver con la programación que cada célula posee
para su propia destrucción, un fenómeno fisiológico
normal, al menos en teoría. El detalle importante radica en el
hecho de que hoy la gente vive más tiempo del que algunas de sus
células tienen predeterminado.
No habiendo tratamiento alguno,
lo más probable es que de cada 10 personas que estén entre
los 75 y 80 años, 3 o 4 de ellas padecerán la enfermedad.
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