¿Prevenir?

Desgraciadamente tampoco hay vacunas, recetas milagrosas, ejercicios o hábitos de vida que hayan podido asociarse estadísticamente con una reducción en las posibilidades de riesgo. Lo más alentador hasta el momento, es la detección de los genes que contienen la información para la muerte de esas neuronas. Sin embargo, conocer su localización en los cromosomas, no significa que ya se pueda hacer algo con la información contenida. Efectivamente, hay una faro esperanzador en la terapia genética, pero se trata aún de una luz demasiado lejana. Una golondrina no hace verano.


¿Qué hacer como personas?

El Alzheimer mina al paciente en su dignidad, al arrebatarle su condición de individuo autosuficiente, útil, amador y amable. Nada podemos contra ello.
El mal se ensaña también con las familias. Aniquila vínculos y afectos, invita al abandono de quien antes fue querido.

Como sociedad difícilmente tendremos un papel significativo en el desarrollo de la cura o los métodos de prevención que pudieran lograrse en el futuro. Lo que a nosotros toca, es encontrar las formas en que solidariamente podamos salvaguardar a nuestros ancianos enfermos, pero también a nuestras familias.

El cuidado de un paciente con Alzheimer no es cosa fácil. Ni siquiera es cuestión de buena voluntad. Hay zozobra, preocupación y hasta riesgo cuando el paciente decide salir a la calle y luego no recuerda dónde vive o cómo se llama. Lo mismo sucede ante la posibilidad de que haga uso de objetos como una plancha eléctrica y olvide apagarla o que puede quemarle.

Es también laborioso y abrumador el que no recuerde usar los cubiertos e incluso comer. Que pierda su capacidad para hacer uso del servicio sanitario y requiera del continuo uso de pañales. Frustraste y perturbador el que se muestre irascible, grosero o incoherente. Tremendamente triste que ni siquiera pueda tener en mente el afecto que alguna vez nos tuvo. ¿Cómo continuar queriendo a quien ya no es?

En muy pocos años, la décima parte de la población mexicana estará por arriba de los 70 años de edad. Desarrollar formas comunitarias y sociales para atender con dignidad a nuestros enfermos de Alzheimer, es ya una necesidad ineludible.

Parece no haber muchas alternativas, pero en otros países se han desarrollado nuevas formas para atender a sus enfermos sin abandonarlos. Comunitariamente se han creado casas de cuidado sostenidas por los familiares y atendidas por personal especializado. Solución que en lo individual sería costosa en exceso, pero que al asumirse como de interés colectivo, da mayor margen de acción.

 

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