Casi
cuatro años después y habiendo dejado en el olvido los
castos propósitos de evitar un nuevo embarazo, la historia
se repitió. Y es que los deliciosos años de la crianza
temprana de una hija no sólo provocan amnesia por el trauma
padre-hijo, sino que hasta causan cierto nivel de adicción.
Y vuelta al
terror de ser padre de un varón. De nuevo el miedo a no poder
romper con una estructura aprendida de relación entre padre
hombre e hijo hombre, que no había hecho otra cosa que separar,
oponer y provocar la rivalidad. Por supuesto, cada familia es diferente
pero la Fulano de Tal era así.
Nuevamente
el azar fue benevolente y la familia se amplió con otra niña.
¿Insistencias
y presiones para buscar al hombre? Pues claro que las hubo, eran otros
tiempos; no obstante, Fulano de Tal estaba seguro de que ya tenían
la familia que podía y quería tener.
Pasados los
años todavía hay quien pregunta si no quedó con
la tentación, la inquietud o el sentimiento de carencia por
no haber tenido un hijo de su propio sexo.