.....La
campaña publicitaria de los medios se ensañó con
el acusado. Muchas personas, sobre todo adultos, dejaron de consumirlo.
Los médicos alertaban a la población diciendo que comer
más de tres huevos por semana podía ser altamente peligroso
para la salud. Otros productos como el pescado, la carne de cerdo o
el pollo, estaban encantados. Con esa calumniosa campaña, dejaban
atrás a la competencia, ya que el huevo es uno de los productos
de origen animal —con alto contenido de proteína—
con más bajo costo.
.....Claro:
a estas alturas del proceso los supuestos cómplices del asesino,
los productores del gallináceo producto, decidieron contratar
a los mejores defensores del mundo para intentar demostrar la inocencia
del acusado. Varios equipos de nutriólogos en Europa y Estados
Unidos, se dieron a la tarea de buscar las pruebas que exoneraran al
pobre indiciado.
.....Estuvieron
a punto de renunciar cuando encontraron que 100 gramos de huevo (más
o menos dos huevos) podían contener hasta 603 miligramos de colesterol.
No parecía haber defensa posible cuando, la carne de cerdo, considerada
también como una de las más nocivas, tenía tan
sólo 70 miligramos.
.....En
un intento desesperado por salvar algo de lo perdido, trató de
buscarse un chivo expiatorio, una parte culpable. Los investigadores
descubrieron que prácticamente todo el colesterol estaba contenido
en la yema, mientras que la clara poseía cantidades extraordinariamente
altas de proteína. Fue entonces que se puso de moda separar la
yema de la clara, como si se tratara de diferenciar entre el Doctor
Jekyl y Mister Hyde.
.....La
estrategia de la defensa tuvo un éxito relativo, ya que ni aun
así logró recuperarse el hábito de incluir a los
ovalados frutos en la alimentación diaria. Peor aún: la
gente seguía pagando por kilos completos, pero al separar las
yemas para desecharlas, el costo prácticamente se duplicaba.
Al mismo tiempo dejaban de aprovecharse otras proteínas, vitamina
A, ácido fólico, níquel, yodo, cinc, cobre, manganeso,
cromo, y selenio; nutrientes importantes que son más abundantes
en la yema que en la clara.