Si bien los resultados estaban referidos a las relaciones sexuales comunes, pronto se hicieron extensivos para el caso de la masturbación. Así pues, por décadas se vio en la práctica de la autosatisfacción, un riesgo real como para contraer cáncer prostático al llegar a la edad adulta.

Más allá de cabello en la mano, desarrollo insuficiente y un rostro salpicado con chispas de juventud lujuriosa, había una razón de peso como para prohibir y reprimir en los jóvenes la práctica masturbatoria.

La sorpresa es que en investigaciones recientes realizadas por el doctor Graham Giles del “Cancer Council Victoria” en Melbourne Australia, pudo encontrar datos que refutan lo antes sustentado.

Al parecer hay diferencias fisiológicas entre la eyaculación provocada por la práctica del coito y la que resulta de la simple masturbación. Diferencias que a reserva de profundizar en las investigaciones, se muestran por lo menos en los datos estadísticos contradictorios entre uno y otro caso.

Efectivamente, nada parece echar por tierra el hecho de que los hombres que mantienen relaciones sexuales frecuentes y con varias parejas, pueden aumentar su riesgo de desarrollar cáncer prostático. Sin embargo, en los hallazgos del equipo del doctor Giles, cuando los hombres entre los 20 y los 50 años se masturban frecuentemente, disminuye la posibilidad de desarrollo oncológico. De hecho, los datos fríos muestran que hay una relación inversamente proporcional entre uno y otro evento.

Aquí surge una duda. Qué es mucho y qué es poco en términos de actividad sexual, qué es frecuente y qué no lo es tanto.

 

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