Texto: Psicóloga Irene Martínez Zarandona
Ilustraciones: Kirsten Höcker (tomadas de Hübner, Franz: Abuelita, Madrid, ed. Gaviota, 1994).
Diseño gráfico: Nora Espino

Sinopsis

La sociedad moderna ha traído cambios en las formas de organización familiar y en el papel que ocupan los abuelos en la vida de sus nietos.

 
 La figura del abuelo, como tantos conceptos referentes a la vida familiar, ha cambiado y sigue cambiando con vertiginosa rapidez social. Los adultos mayores de hoy en día difieren mucho de los viejos adultos de hace apenas unos lustros. En la mayoría de los casos no sólo la imagen física, sino el vigor, la calidad de vida y la salud, el tipo de actividad, la moda, la filosofía, etcétera, de los abuelos actuales, difieren enormemente de los abuelos que ellos mismos tuvieron durante su infancia, lo que implica un ajuste tanto en las expectativas de vida y vejez, como en las actitudes y conductas que se esperan de ellos.

Sin embargo, aunque cada familia tiene características y circunstancias propias y la experiencia en relación a los padres de los padres, puede ser diferente, hay algunos aspectos de la relación de los nietos con sus abuelos que pueden generalizarse, desde luego con sus matices propios.

Por lo general los pequeños que tienen la fortuna de convivir con sus abuelos, apreciarán con el tiempo que esta relación será de gran importancia en su vida, ya que es común la unión afectiva y la armonía incluso de intereses en la relación de ambos. El afecto natural por los hijos de sus hijos e hijas que surge espontáneamente no se halla matizado por la obligación y la responsabilidad de la crianza, además de que el tiempo de convivencia suele ser corto y se caracteriza por felices encuentros y despedidas prontas, lo que nos habla de que el tiempo compartido fue ameno y relajado.

    
   

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