Ramón Cordero G.

¿Cuántos bultos y en dónde?

Un problema práctico era cómo asignar un símbolo a cada letra, pero que además fuera muy práctico.

Hay que imaginar la complicación que sería representar la letra A con un punto, la B con dos, la C con tres y así sucesivamente. Difícil porque hay 27 letras, 10 números y además los signos de puntuación, de interrogación, los acentos y demás.

Si se escribieran palabras tan largas como “paralelogramo” o “desoxirribonucleico”, tendríamos una muy larga secuencia de puntos o bultos, que con seguridad superarían la centena. Eso sin considerar lo fácil que sería equivocarse al contar las protuberancias.

A Louis Braille se le ocurrió la idea de usar una pequeña matriz con 6 vértices.


De esa manera cada matriz representa un sólo símbolo (letra o signo de puntuación), y lo que varía es la cantidad de puntos y su colocación.

Por ejemplo, la letra “a” se representa de esta manera:


Una “g” usaría 4 puntos:

Y la “z” la identificaríamos así.

Como puede observarse, cada signo ocupa sólo un pequeño espacio y dependerá de la cantidad de puntos y su colocación en la matriz, de manera que la proporción de espacio es similar a la de las letras comunes.

Así, pues, para una persona con limitaciones visuales, aprender a leer sería tan fácil o tan difícil como lo es para una persona que ve con claridad. La única diferencia son los signos. Una persona entrenada puede leer sin mucha prisa unas 100 palabras por minuto, pero se podría llegar hasta un aproximado de 250 en el mismo lapso.

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