¿Cuántos
bultos y en dónde?
Un problema práctico
era cómo asignar un símbolo a cada letra, pero que además
fuera muy práctico.
Hay que imaginar la complicación
que sería representar la letra A con un punto, la B con dos,
la C con tres y así sucesivamente. Difícil porque hay
27 letras, 10 números y además los signos de puntuación,
de interrogación, los acentos y demás.
Si se escribieran palabras
tan largas como “paralelogramo” o “desoxirribonucleico”,
tendríamos una muy larga secuencia de puntos o bultos, que con
seguridad superarían la centena. Eso sin considerar lo fácil
que sería equivocarse al contar las protuberancias.
A
Louis Braille se le ocurrió la idea de usar una pequeña
matriz con 6 vértices.
De esa
manera cada matriz representa un sólo símbolo (letra o
signo de puntuación), y lo que varía es la cantidad de
puntos y su colocación.
Por
ejemplo, la letra “a” se representa de esta manera:
Una “g”
usaría 4 puntos:
Y la “z”
la identificaríamos así.
Como puede
observarse, cada signo ocupa sólo un pequeño espacio y
dependerá de la cantidad de puntos y su colocación en
la matriz, de manera que la proporción de espacio es similar
a la de las letras comunes.
Así,
pues, para una persona con limitaciones visuales, aprender a leer sería
tan fácil o tan difícil como lo es para una persona que
ve con claridad. La única diferencia son los signos. Una persona
entrenada puede leer sin mucha prisa unas 100 palabras por minuto, pero
se podría llegar hasta un aproximado de 250 en el mismo lapso.