¿Cómo ayudar a prevenir el sobrepeso y la obesidad en los niños?

La principal ayuda que puede darse a un hijo, es hacerlo responsable de cuidarse por sí mismo, ofrecerle información respecto del valor nutricional de los alimentos y su combinación para obtener los nutrientes que necesita diariamente. Además de enseñarlo a disfrutar de los sabores, olores y texturas que le proporcionan salud y bienestar a lo largo de su vida.


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Algunas acciones que pueden guiarlo en esta tarea cotidiana son las siguientes:

    1. Procure evitar los alimentos chatarra y los refrescos.
    2. Tenga disponibles frutas y bocadillos alimenticios bajos en calorías, y enséñelos a comerlos con moderación y en cantidades adecuadas a su edad y necesidades calóricas.
    3. No coma golosinas o pasteles delante de él.
    4. No use la comida como castigo o recompensa, por ejemplo para que esté quieto o para conseguir que haga lo que usted desea.
    5. No le llame la atención con gritos o insultos cuando esté comiendo de más, no provoque su sentimiento de culpa, esto hará que coma más.
    6. Cuando le sirva ofrézcale pequeñas porciones, que puede aumentar si se desea más; pero de entrada no le sirva grandes cantidades.
    7. Procure estar con él cuando coma y, de ser posible, hágalo con él: compartan guisos sanos con verduras, ensaladas y postres con fruta.
    8. Pídale que coma despacio y pausadamente, disfrutando la comida y conversando: debe aprender que es un momento con otras compensaciones.
    9. Procure que haga ejercicio, que juegue con amigos o que practique un deporte.
    10. En la medida de lo posible dígale el valor calórico de los alimentos para aprender a combinarlos.
    11. Al decidir la compra de alimentos piense lo que realmente necesita, y evite adquirir productos que sean una tentación de ingerir calorías de más entre horas.
    12. Mantenga usted un peso adecuado.

.....Este último punto es determinante en los problemas alimenticios: especialmente el exceso al ingerir alimentos poco sanos puede tener origen en usted. No se puede educar si previamente no somos coherentes y congruentes entre lo que pensamos, decimos, y hacemos.

 
 

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