Luego de rebasar
los 70 años y haberse cuidado durante toda la vida, con una
alimentación lo más adecuada posible y caminatas que
la mantuvieran en forma, decidió que volvería a tomar
el hábito de fumar, que por mucho tiempo había abandonado.
En su lógica, si ya había vivido sin problemas durante
tantos años, bien valía la pena darse lo que ella
consideraba un placer. Sabía de los riesgos asociados al
tabaco como el cáncer de pulmones, cardiopatías y
accidentes vasculares; pero a esas alturas consideraba que el tiempo
que le quedara por delante, querría vivirlo de la manera
en que le diera su gana.
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