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La
solución operativa más eficaz que encontraron los
hijos de la señora Raquel fue internarla en una institución
de asistencia para ancianos, donde de ninguna manera tendría
oportunidad de fumar, y además sería cuidada en sus
episodios de confusión, labor que antes desarrollaba la empleada
en su propia casa. La señora Raquel fue salvada del tabaquismo.
¿Adecuado? Sin duda, desde el punto de vista médico.
¿No era capaz de decidir por sí misma? Tal vez sí,
tal vez no: recordemos que sus funciones mentales ya comenzaban
a fallar. Por otra parte, cabría reflexionar si quien tiene
una adicción específica que vence su voluntad, tiene
capacidad para decidir objetivamente sobre ella.
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