Un detalle que resalta por su importancia es el hecho de que, aunque algunas de las dependencias a sustancias se establecen cuando el adulto mayor ha llegado a una edad avanzada, en otros casos no se trata más que de la continuación de un problema que ya estaba presente desde muchos años atrás. Atendiendo a este dato, es de suponer que haya otras sustancias como la marihuana, cocaína y anfetaminas —asociadas casi siempre a los jóvenes— que formen parte del catálogo de adicciones de los adultos en plenitud.


Mera especulación y sin forma de cuantificarla, por la simple y sencilla razón de que en las encuestas que se hacen, los mayores de 65 no quedan incluidos: una omisión que seguramente será subsanada, toda vez que nuestra población incremente día a día el número de sus ancianos.

 

 

 

Hay razones que explican: atender las causas y no los efectos


El de las adicciones no es un problema exclusivo de nuestro país, se trata de una tendencia mundial. Nuestros adultos mayores no son ni mejores ni peores que los de cualquier otro lugar. De hecho la adicción al consumo de medicamentos combinados tiene que ver con que inicialmente son recetados por un médico; ya luego, a causa de los achaques propios de la edad que se asocian con enfermedades degenerativas, los pacientes continúan el uso por su cuenta y riesgo. Tal vez por ello es que entre las medicinas más demandadas se encuentran los antidepresivos, las que disminuyen la presión arterial y aquellas que regulan el nivel de azúcar en sangre.

Se sabe que el uso de ciertas sustancias (incluyendo aquellas que no son medicamentos o que no se emplean como tales) tiene mucho que ver con nerviosismo, depresión, desesperanza, falta de actividad, pérdida de los afectos por muerte o abandono, carencia de un proyecto de futuro y, desde luego, las urgencias económicas.
Así las cosas, ¿no habrá que concentrar los esfuerzos que la sociedad y las instituciones hacen para atacar las causas que dan origen a las adicciones, en lugar de intentar suprimir únicamente el síntoma? En este caso, ética, salud, economía, ambiente y muchas variables más, son las que se ponen en juego.

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