En este contrasentido, los arqueros malos a lo mejor no son convenientes para un equipo, ya que los pondrían en situación de ir en los últimos lugares en la tabla; con el riesgo además de descender a una división inferior. En cambio, tendrían que ser los porteros más queridos por el público, ya que ellos serían los que estarían dando mayor beneficio a los aficionados al aumentar el reparto de alimentos, computadoras y apoyos en salud. Imagínate lo que se podría hacer con un marcador de 10 a 10 en lugar del típico 0 a 0.


Los árbitros como hermanitas de la caridad

¿Quiénes son los menos queridos en un encuentro de futbol? Los árbitros, por supuesto. Sin importar cómo suceden las cosas, por lo general el silbante es el que tiene la culpa. Mal si expulsó al jugador estrella, peor si marcó un fuera de lugar, desastroso si no vio esa mano que era clarísima. En estas campañas tendrían la oportunidad de convertirse en los héroes de la película. Los árbitros de buen corazón podrían ser más estrictos y marcar mayor cantidad de tiros penales. Quizá los aborrecerían los 22 jugadores, pero a cambio tendrían la admiración y el reconocimiento de los beneficiados por los goles. Mal corazón en la cancha, pero una inmensa bondad para con los demás.

Piénsale: ¿consideras afortunado el diseño de una campaña de ayuda como ésta? Si reflexionas un poco, podrás encontrar que tiene escondidos algunos significados de lo más crueles, como por ejemplo:

Si no hay goles tampoco habrá ayuda. ¿Qué culpa tienen los niños necesitados si el portero es bueno o los delanteros andan con fallas en su puntería?

Es lógico que los equipos participantes tengan listo el dinero para pagar las computadoras, los alimentos o los gastos médicos. Bueno, si lo tienen ya reservado y destinado para eso, ¿por qué no lo donan aunque no haya anotaciones?

Supongamos que se mete un gol y los niños de una comunidad salen beneficiados con mejoras en su alimentación. ¿Qué pasará cuando se acabe el periodo establecido?, ¿volverán a estar desnutridos y todos tan tranquilos? Claro que es mejor comer bien por un tiempo, que no hacerlo nunca; pero, ¿no se te achica el corazón con sólo pensarlo?

¿Cómo te sentirías si tu desayuno de los próximos meses dependiera de que se anote un gol?

 

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