Soy
Totalmente de Hierro
Las reacciones contra
esta campaña desde sus inicios no se hicieron esperar. En su
lucha por dignificar la imagen pública de la mujer, Lorena
Wolffer inició una fuerte crítica en contra de esta
campaña publicitaria que a su juicio promueve el consumo, y al
mismo tiempo fomenta valores que resultan insustanciales y son principalmente
humillantes y estereotipados.
Wolffer prefirió
utilizar las mismas armas de la publicidad, como son los espectaculares,
en su propia campaña de resistencia aunque con contenidos contestatarios.
Los carteles diseñados por ella muestran a la mujer cotidiana:
aquella que habita los espacios de la ciudad como escuelas, microbuses,
y calles con espectaculares en llamas.
Haciendo parodia de
los muchas veces cínicos aforismos que supuestamente reflejan
la ideología de la mujer urbana, Wolffer les da un nuevo sentido
con frases como: "Ninguna campaña publicitaria es capaz
de silenciar mi voz", "El problema es que pienses que mi cuerpo
te pertenece", "Lo curioso es que creas que puedes controlar
mi imagen", "Éste es mi palacio y es totalmente de
hierro" y "¿Quién te enseña cómo
ser mujer?"
De esta manera cuando
el espectador atrapado en el tráfico veía un cartel de
"Soy totalmente de Hierro", comparaba instantáneamente
el contenido e imagen de este mensaje con los del almacén, usando
de esta forma la memoria del espectador para la finalidad de la propuesta
contestataria.
A pesar de que esta
campaña duró muy poco tiempo y contó con sólo
diez carteles, en contraposición con la muy explotada campaña
del Palacio de Hierro, la divulgación del mensaje artístico
llegó a más auditorio del promedio en un museo y logró
tener así una mayor difusión.