Un ejemplo
Existen comunidades indígenas donde el varón, literalmente
compra o propone un trueque para hacerse de una mujer. El objetivo
masculino es el de acompañarse los días y las noches,
procrear hijos, obtener ayuda en el trabajo productivo que proveerá
el sustento y, por si fuera poco, satisfacer sus necesidades domésticas
básicas. El propósito de la mujer poco importa,
es irrelevante en una sociedad tradicional en exceso.
.....El
conocimiento previo de la pareja potencial no es en realidad un
requisito, mucho menos la existencia de vínculos afectivos
o la simple atracción. Al menos esto no cuenta desde la
perspectiva de los varones. El asunto es fundamentalmente pragmático.
.....El
precio que ha de ser pagado o la mercancía que se ofrece
—equivalente al “valor” de la mujer— es
de lo más variable, dependiendo de la comunidad y su aislamiento.
En una lógica estrictamente económica, al menos
deberá cubrir los costos de manutención y crianza,
pero además tendrá que compensar el beneficio que
significa la mano de obra representada por ese integrante de la
familia que al irse, dejará de aportar al núcleo
familiar. Unos cuantos miles de pesos, un burro o algunos implementos
agrícolas podrían considerarse como la justa retribución.
.....La
única constante es que la mujer no participa en la toma
de las decisiones que habrán de marcar nueves rutas a su
vida.