¿Cómo se rompe la cadena?
Visto a partir de los argumentos previos, comprar una mujer o
negociarla bajo las circunstancias descritas, deja de ser un acto
de barbarie. Hay razones y tienen una contundencia lógica
que quizá no nos guste desde los referentes del entorno
en que nos ha tocado vivir, pero que en algún momento fue
necesidad real para las personas que hicieron de esto, parte de
sus “usos y costumbres”.
.....Hay,
sin embargo, circunstancias que cambian. Paulatinamente se va
teniendo acceso a servicios que modifican —de manera directa
o indirecta— las condiciones de vida comunitarias.
.....Prescribir,
sancionar o prohibir la práctica desde fuera, y sin considerar
los elementos contextuales, podría no ser una buena idea.
Además de la poca efectividad de la medida inhibitoria
cuando la gente no está convencida de la necesidad de un
cambio, la resistencia que generará el trastrocamiento
de una forma de vida posiblemente ocasione la radicalización
de posturas.
.....¿Qué
pasa cuando alguien no quiere someterse a los usos y costumbres?
Pensemos en una jovencita que, por las razones que sean, aspirara
a una vida distinta. Por ejemplo, estudiar, postergar el nacimiento
de su primer hijo o simplemente simpatizar con la idea de un matrimonio
por amor.
.....¿Qué
alternativa ofrecemos si como sociedad no damos nada a cambio,
como no sea la reprobación de la tradición?
.....Condenaríamos
a esa muchacha —aun sin desearlo nosotros— a soportar
el sometimiento ejercido con una fuerza mayor ante su rebeldía
o a ser víctima de la exclusión comunitaria con
todas las consecuencias aparejadas, en virtud de una vulnerabilidad
incrementada por juventud, pobreza y falta de preparación.
.....Hay
por delante un proceso educativo y concientizador, sin duda, pero
además deben estar a mano las alternativas específicas
que amortigüen los efectos individuales y sociales que necesariamente
acarrea cualquier cambio. Así, pues, trabajar por equidad
de género no es sólo cuestión de buenas intenciones,
discursos y el anatema de la tradición. Requiere también
de las políticas públicas, acciones específicas
y oportunidades viables que sustenten la transformación.
Educar es lo primero.