Autor: Ramón Cordero G.
            Catedrático U. A. Chapingo
Diseño Gráfico: Catherine Zúñiga Andrew

Introducción

Es categórico: más tarde o más temprano usted necesitará que alguien le done sangre.

            ¿Lo duda porque considera que tiene salud de hierro y no cree que en el futuro próximo requerirá de ese líquido vital? Olvide tal argumento porque es tan poco resistente como las figuritas de azúcar con que adornaban los pasteles.

            Nadie está exento de sufrir un accidente y, por eso, requerir una o más unidades ¿Qué? para realizar la transfusión que le salvará la vida. Si todavía no se convence porque mantiene la fantasía de que usted está más allá de cualquier riesgo, entonces piense en sus familiares y amigos. Ninguno de ellos tiene garantizada su integridad física durante un choque, una caída o algún desastre natural.

            ¿Qué tal una intervención quirúrgica que haga necesaria la reposición de sangre durante el procedimiento médico? No es algo tan raro. De hecho es bastante frecuente cuando después de una cesárea hay hemorragia abundante o cuando el cirujano tiene que trabajar con tejidos muy irrigados por venas y arterias importantes.

            Por supuesto que hay bancos de sangre, y en ellos mantienen reservas de los diferentes tipos para disponer del recurso en el momento mismo en que es necesario; pero ¿se ha preguntado de dónde salen esas bolsitas que contienen el rojo fluido?