Los pretextos

El procedimiento puede durar un par de horas, mismas que mucha gente no desea invertir, y más cuando se solicita que el donante acuda en ayunas. Sin embargo, quizá el elemento disuasivo más importante es el temor al ambiente de clínicas y hospitales, así como al instrumental usado pues las agujas son las protagonistas más impactantes.

            Quien ha requerido de donantes sabe lo frustrante que es encontrarse con la ausencia de los mismos. Es complicado porque, por razones también de seguridad sanitaria, hay una serie de requisitos que deben cumplirse como el no tener prácticas sexuales de alto riesgo, ¿Qué? haberse abstenido de bebidas alcohólicas al menos por veinticuatro horas, estar limpios de tatuajes y perforaciones recientes, no haber padecido algunas patologías, etcétera.

            Más allá de eso tenemos conocidos que, por no enfrentar sus temores o no estar dispuestos a regalar posibilidades de vida, usan los más variados pretextos:

—Iría, pero ya tuve hepatitis.

—Cuenta conmigo... pero en otra ocasión. Tengo un resfriado tremendo.

—Me encantaría ayudar, pero apenas doné la semana pasada.

            Se entiende la falta de tiempo o el miedo; pero seguramente, como sociedad, también nos hace falta desarrollar una cultura de la donación (de sangre y de órganos para trasplantes al final de la vida). Como siempre, es mayor la demanda que la oferta.