¿UN PROBLEMA PESADO?
De acuerdo con la Norma Oficial sobre Obesidad, emitida por la Secretaría de Salud, por su magnitud y trascendencia en México esta enfermedad —porque la obesidad es una enfermedad— es considerada como un problema de salud pública. Resulta tan importante que debe recibir una atención similar a la que requeriría una epidemia.



No existen cifras exactas, pero de acuerdo con encuestas y datos recopilados en el Sistema Nacional de Salud se calcula que entre el 34 y el 38 % de la población adulta presenta algún grado de obesidad. ¿Es mucho o poco? Equivale a decir que casi 4 adultos de cada 10 presentan problemas de sobrepeso. Esto es grave por los efectos colaterales que los acompañan.

Una persona obesa es aquella que tiene más grasa de lo “normal” y esto de alguna manera está determinado genéticamente. En los países latinoamericanos, el nuestro entre ellos, el clima y las formas de vida obligaron a que con fines de supervivencia se fuesen seleccionando naturalmente algunas características, cuya instrucción pasa en la herencia genética. Nuestros pueblos tenían que enfrentar temporadas de escasez (sequías) que se alternaban con épocas de relativa abundancia (tiempo de lluvias). Ahorrar y almacenar eficientemente la energía cuando había alimento suficiente, no sólo fue una característica deseable sino que garantizó la permanencia de los habitantes autóctonos.


Hoy en día con los almacenes comerciales, la industrialización de los alimentos y el cambio de nuestros patrones alimenticios, todos son tiempos de “relativa abundancia”. Así pues, teniendo esa característica genética de ser eficientes aprovechadores y acumuladores de energía en forma de grasa, aumentar de peso es una tarea más que sencilla.


Los cambios en la forma de vida se convierten en factores predisponentes para la obesidad. Una combinación fatal sería, por ejemplo, saltarse comidas a causa de horarios laborales o escolares, consumir productos de más alto valor energético (golosinas y refrescos), disminuir el gasto calórico al tener actividades sedentarias —que casi son pasividades— como permanecer largas horas viendo la televisión o trabajando en la computadora.
 

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