....Esta actividad reproductiva constante hacía a la mujer poco apta para el otro gran trabajo: el de la cacería. Seguir, atacar y sacrificar animales grandes implicaba esfuerzos físicos importantes, largas caminatas y, por supuesto, riesgos durante el enfrentamiento con las bestias. No por ello quedaban las mujeres exentas de hacerse cargo de una buena parte de la nutrición del grupo, ya que justamente ellas y los niños que permanecían de manera más constante en la vivienda se encargaban de la recolección de otros alimentos, tal vez de menor calidad proteínica que la carne, pero igualmente importantes para saciar el hambre y aportar otros nutrientes como carbohidratos, minerales y vitaminas. Frutos, semillas, raíces, algunos tallos, huevos e insectos podían encontrarse en el territorio cercano al lugar que habitaba el grupo.

....Desde entonces se perfiló ese papel femenino de la permanencia en casa, ocupada del cuidado de los hijos pequeños, así como de la preparación y búsqueda de algunos alimentos. Para varones, los retos eran otros y tan peligrosos unos como otros. Todo aquel que perteneciera al género masculino y estuviera en condiciones físicas para hacerlo, debía contribuir a la defensa de la vivienda y el territorio. Fuertes eran las disputas por aquellos lugares donde abundaban los recursos naturales y las condiciones de vida eran relativamente confortables. El apremio por satisfacer necesidades tan básicas como la vivienda, que protegía de los rigores del clima; y la presencia -aunque temporal por la estacionalidad- de plantas y animales para alimentarse y vestir, hacían que la diplomacia y la negociación no fueran comunes. Las disputas se dirimían más bien con la contundencia de los argumentos que podían dar piedras, palos y lanzas.

 

....La otra gran empresa consistía en conseguir proteína animal mediante la cacería. Evidentemente era más sencilla la captura de especies pequeñas como conejos, aves y ratones de campo; pero por el mismo tamaño de los clanes -tanto grupos o colectividades unidas por lazos familiares de unos 15 a 20 miembros- resultaba insuficiente. Por esta razón siempre estaban en la mira especies de mayor tamaño como gacelas, búfalos, mamuts, jabalíes, etcétera.

....Como podrá suponerse, el hecho de pelear o cazar hacía más que frecuentes las lesiones y fracturas que implicaban la muerte o el abandono por parte del grupo. Así pues, por fuerza y tamaño (características de dimorfismo sexual compartido con muchas otras especies animales) el hombre se constituía en proveedor de seguridad, defensa y alimentos de alta calidad biológica para el grupo. Actualmente se sabe que los grupos primitivos que consumían carne en mayor cantidad y/o frecuencia, tenían más posibilidades de sobrevivir al conseguir tallas superiores y un desarrollo incrementado de la masa encefálica (más fuerza y más capacidad intelectual).

....El medio, las formas de vida, las herramientas disponibles, así como las tecnologías primitivas donde la fuerza bruta (aunque a veces no tanto) era indispensable, hicieron que durante milenios permanecieran inalterables en su esencia los roles masculino y femenino. El hombre araba, construía, guerreaba, arrastraba, empujaba, golpeaba, navegaba, atornillaba y permanecía por largas jornadas en su lugar de trabajo. La mujer paría, criaba, cuidaba, alimentaba, limpiaba y estructuraba la familia ante las frecuentes ausencias del varón.

Índice del texto: 1 2 3 4 5